Con piel de oveja

Cuando elegimos a quien nos va a representar, buscamos a alguien que nos entienda y se ponga en nuestro lugar, pero también que esté preparado y tenga la presencia y visión de un funcionario de primer nivel.

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Cuando conozco a algún candidato que requiere asesorías, mi primer consejo siempre es: sé auténtico, sé honesto, sé empático. Suena fácil ¿no?, bueno, es más difícil de lo que pensamos. La temporada de campañas es como la Navidad, se dan “regalos” al por mayor, se hacen visitas a todo el mundo, hay reuniones todo el tiempo, fiestas y convivios. Todos son las mejores personas y andan con una sonrisa por el mundo. 

Pero como los candidatos son los mismos que conocemos en otros aspectos, porque en la mayoría de los casos ya fueron funcionarios o ya desempeñaron otros cargos, ya sabemos cómo son en su hábitat natural, es decir, fuera de la “navidad campañera”.

Y así, estamos conscientes de que normalmente andan en sus camionetas, con su pluma carísima que seguro ni usan, pero les da seguridad traerla en el bolsillo de la guayabera de lino estilo presidencial o en la bolsa de diseñador perfectamente bien combinada con el vestido o traje sastre y maquillaje y peinado de salón, todos los días.

Entonces, cuando los vemos en campaña vestidos con blusitas bordadas y hasta con moñitos, o con las camisas blancas y tenis, como lo están haciendo, pues es difícil creerles. Se ven falsos y se ve que lo único que quieren es agradar y usar a la gente.

Ser auténtico no es andar disfrazado. Y no porque de repente les hayan dicho que tienen que hacer una campaña en la que “rescaten” las tradiciones, como si ya estuvieran extintas, ahora van a andar de traje regional y cargando sus cosas en un sabucán.

Cuando elegimos a quien nos va a representar, buscamos a alguien que nos entienda y se ponga en nuestro lugar, pero también que esté preparado y tenga la presencia y visión de un funcionario de primer nivel. Ninguna persona, en todas las entrevistas e investigaciones que he hecho por más de seis años, ha mencionado como característica principal de un buen funcionario público, la forma en que se viste. 

Y que no se malentienda, la imagen que se proyecta sí es muy importante, pero cuando se hace bien no se convierte en tema de conversación. Ahí está el truco. 

Les recuerdo el caso de Eufrosina Cruz, indígena oaxaqueña y activista que fue diputada local y federal. Fue muy criticada por cambiar su vestimenta radicalmente, de ser una indígena que se vestía a la usanza de su comunidad, empezó a usar trajes sastre y peinados rebuscados en el Congreso. La crítica no fue propiamente por sus decisiones de moda, sino porque cambió. No se mantuvo auténtica y la gente dejó de creerle. 

Chisme de elección: Ana Rosa Payán ha publicado en Twitter que escuchará a quien quiera platicar con ella. Sería buena idea hacerle una reunión con algún grupo no católico o con personas de la comunidad LGBT, para ver cuál es su discurso.

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