Si tan sólo pudiéramos abrir los ojos para ver más allá que aquello que la vista nos puede dar, si consiguiésemos darnos cuenta de que con sólo un abrir de ojos alcanzamos a descubrir un poco del esplendor de Dios, el cual se mira en la belleza de los paisajes, desde aquellos que disfrutamos en la playa hasta los que se encuentran en las altas montañas; que con sólo un abrir de ojos se descubre la grandeza de una mano amiga que te es leal y cercana, con la que compartes grandes momentos llenos de diversión e inclusive de tristeza. Que con sólo un abrir de ojos descubres lo extraordinario de estar en familia, de recibir sus alegrías y buenos deseos, de tener un apoyo incansable y un núcleo para fomentar valores e ilusiones. Que con sólo un abrir de ojos te das cuenta de que eres libre, que tus actos trascienden, que tu camino aún no está trazado, pero que con decisiones y acciones lo escribes. 

De igual manera, que con sólo un abrir de ojos, 'respiras' la belleza del amor y la energía con la que éste te atrapa, descubres la fuerza de un abrazo para consolar las penas y escuchas el eco de las inocentes risas de los niños jugando mientras miras un cielo estrellado que te recuerda que todos tus sueños se pueden alcanzar si trabajas por ellos. Si consiguiéramos ver que con sólo un abrir de ojos confirmas que Él sigue vivo, que se encuentra entre nosotros presente en nuestros corazones, pidiendo únicamente una cosa... que lo dejemos salir, porque la magia realmente existe y existe gracias a Él que dio la vida por nosotros y la recuperó para que siempre tengamos fe y con ello ahora sí podamos más que sólo abrir los ojos.