Conciencia ambiental

Las actividades humanas infligen daños severos y a menudo irreparables al medio ambiente y a los recursos críticos.

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Los seres humanos y el mundo natural se encuentran en ruta de colisión sin remedio. Como es de todos sabido, las actividades humanas infligen daños severos y a menudo irreparables al medio ambiente y a los recursos críticos.

Muchas de nuestras prácticas, si no son controladas, ponen en riesgo el futuro que todos deseamos tanto para la sociedad humana como para las plantas y los animales, posiblemente alterando al mundo viviente en forma tal que será imposible sostener la vida en la manera como ahora la conocemos.

Es urgente llevar al cabo cambios fundamentales si queremos evitar la colisión a la que nuestro curso nos lleva. Nuestra manipulación masiva de la interdependiente red de vida del mundo, conjuntamente con los daños ambientales infligidos por la deforestación, la pérdida de especies y el cambio climático, están provocando amplios efectos adversos.

Estos incluyen colapsos impredecibles de sistemas biológicos críticos, cuyas interacciones y dinámica poco comprendemos. 

Podemos afirmar que el medio ambiente está sufriendo estrés en áreas tales como: atmósfera, recursos marinos, suelo, bosques y especies vivientes en nuestros ecosistemas. En el caso del colapso de relación con la atmósfera, recordemos que la reducción del ozono estratosférico amenaza con un aumento en la radiación ultravioleta en la superficie de la tierra, lo cual puede ser dañino o hasta letal para muchas formas de vida. La contaminación del aire cerca de la superficie y la precipitación ácida ya están causando daños generalizados a los humanos, a los bosques y a los cultivos. Por otra parte, tenemos la severa presión destructiva que hoy se ejerce sobre los océanos, particularmente en las regiones costeras que producen la mayor parte de la pesca alimenticia del mundo.

Algunas pesquerías ya han mostrado señales de colapso. Los ríos que llevan hacia los océanos grandes cargas de sedimento proveniente de la erosión de los suelos también llevan desechos industriales, urbanos, agrícolas y pecuarios, algunos de ellos tóxicos. Se requiere una nueva ética, una nueva actitud ante la descarga de nuestra responsabilidad sobre el cuidado de la humanidad y de la tierra.

Debemos reconocer su fragilidad. No debemos permitir más que sean saqueadas. Esta ética debe motivar a un gran movimiento; debe convencer a los líderes reacios, a los gobiernos y a las personas indiferentes de llevar al cabo los cambios necesarios.

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