Conductas (anti)deportivas

Comentemos primero la actitud ejemplar de los aficionados japoneses que después de la derrota...

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Comentemos primero la actitud ejemplar de los aficionados japoneses que después de la derrota de su selección frente a Costa de Marfil, hicieron algo impensable: se pusieron a limpiar el estadio. Mientras tanto, los mexicanos tomaron cervezas de una nevera sin que ningún miembro de seguridad se los impidiera.  

Todos, sin excepción, hemos usado la palabra que puso en “jaque” a la selección de fútbol, ya sea cuando alguien no quiere hacer lo mismo que el resto del grupo; en canciones de Molotov; para magnificar algo como el exceso de frío o de calor en esta zona; o simplemente cuando estamos enojados; en fin, para celebrar, exagerar, denigrar, para que sea mucho, para que sea poco, para que sea bueno, para que sea malo. Lo que hace la diferencia y el agravio es el tono y el volumen. Ya es tan natural en el léxico mexicano, que pierde su impacto dentro del contexto nacional. Hemos hecho coloquial el lenguaje peyorativo, sin embargo en otros países, en otras culturas no tienen nuestra misma mentalidad.

Pero aun cuando la Real Academia Española, los artículos periodísticos o miles de publicaciones en Facebook y Twitter señalen que existen otras acepciones para este término, incluso un poema de Francisco de Quevedo haciendo uso en demasía de este vocablo, la realidad es que en sus formas más violentas y primigenias el estigma en torno a la sexualidad está presente, debido a que en la mente de millones de personas es ser homosexual y, por tanto, ese vocablo es sinónimo de debilidad, cobardía, anormalidad, antinatural, aberración, etc.

El Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred) emitió un comunicado explicando que la palabra “refleja la homofobia, el machismo y la misoginia que privan aún en nuestra sociedad; es expresión de desprecio, de rechazo (…), es calificación negativa, es estigma, es minusvaloración.”,  explicó que este grito en los estadios “homologa la condición homosexual con cobardía”.

Lo recomendable, si queremos transitar hacia una sociedad más igualitaria, equitativa, justa, respetuosa, incluyente, deberíamos poco a poco cambiar nuestra manera de comunicarnos, eliminar el exceso de estigmas que fomentan el rechazo, la marginación, aunque estén tan arraigados a nuestra cultura. 

Luchemos por un dialogo más cordial, sin caer en la formalidad excesiva (que tampoco estaría mal). Reconozcamos a todas las personas como nuestros iguales con nuestras acciones y nuestras palabras. Seamos ese cambio que queremos ver. 

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