Confrontación personal

En la vida familiar, escolar y de recreación, por ejemplo deportiva, tanto papás y maestros como entrenadores deberán reforzar en niños y jóvenes los valores de la paciencia para no rendirse ante los obstáculos.

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El secreto de la felicidad está en no esforzarse por el placer, sino en encontrar placer en el esfuerzo.- André Gide, escritor francés

Lo que se obtiene fácilmente impide el crecimiento y la propia superación. En el ambiente estudiantil se puede observar que hay algunos “estudiantes” que pasan grados escolares haciendo trampas y/o “colgándose” de compañeros que son buenos estudiantes que los ayudan o les hacen las tareas y los que no se esfuerzan se dedican a holgazanear irresponsablemente. Más adelante, en la vida laboral, vemos obreros, empleados y hasta jefes que no hacen ningún esfuerzo para hacer bien sus labores; delegan sus tareas y responsabilidades a sus compañeros de trabajo, lo que naturalmente genera descontento, inseguridad y mala calidad en el producto y en el servicio. 

También hay individuos que viven abusando económicamente de sus padres, familiares, amigos, etc. Viven como parásitos y sólo saben pedir, suplicar, haciéndose las víctimas para sobrevivir y llevar una vida “fácil”. Trabajar y esforzarse es ley de la vida.

Hay que aprender a ganarse el propio sustento para no ser carga para nadie. Desgraciadamente, existen jóvenes y personas adultas que sí quieren vivir con todas las comodidades, y para obtenerlas equivocan el camino dedicándose al atraco, al fraude, al robo o a otros actos criminales. Esto nos lleva a reflexionar acerca de la educación y formación del ser humano y notamos que la sobreprotección, dando a los hijos de más, para que no sufran frustraciones, los hace endebles.

La frustración es necesaria para la formación de un carácter recio, firme, responsable y esforzado porque en la vida hay que afrontar diversas situaciones y momentos duros. La persona que ha sido formada en responsabilidad y disciplina amorosa tendrá la creatividad, la fortaleza y la fe para salir adelante con su trabajo y esfuerzo. 

Por eso en la vida familiar, escolar y de recreación, por ejemplo deportiva, tanto papás y maestros como entrenadores deberán reforzar en niños y jóvenes los valores de la paciencia para no rendirse ante los obstáculos; del esfuerzo para alcanzar sus objetivos y de la firmeza. Sólo así cambiará la mentalidad cómoda y consumista sin límites, que conlleva al placer inmediato y al despilfarro. Hay que recuperar el valor del trabajo honrado, de la sencillez y promover los gozos auténticos y sanos que propician la auténtica realización personal y el bien común.

¡Ánimo! hay que aprender a vivir.

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