Consciencia

De acuerdo con algunas fuentes de referencia, estas dos palabras pueden ser usadas de manera indistinta, como sinónimos, aunque no en todos los casos es válido hacerlo.

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¿Conciencia o consciencia?

De acuerdo con algunas fuentes de referencia, estas dos palabras pueden ser usadas de manera indistinta, como sinónimos, aunque no en todos los casos es válido hacerlo. Conciencia se refiere al conocimiento interior que permite distinguir entre el bien y el mal, se relaciona con la ética, la moral y las virtudes humanas. Consciencia es igualmente un conocimiento interior, el que tiene el sujeto de sí mismo, de sus actos, pero también del entorno que lo rodea y lo que ahí sucede, es la capacidad de reflexionar y juzgar acerca de esa visión y reconocimiento. En este último caso es cuando es permitido usar ambas.

Pero sea como fuere que deba escribirse, hoy me gustaría reflexionar acerca de la costumbre que existe de sentenciar a la consciencia, como culpable única o la de mayor grado, de muchos problemas que nos aquejan como sociedad. Y en mi opinión esto no solamente es injusto, sino también revela la pereza, ignorancia, incapacidad o negligencia de quien tiene algún grado de responsabilidad en la solución del problema, máxime cuando esa misma persona es quien juzga a la consciencia como la culpable. Tampoco es esta columna un tribunal que absolverá a la acusada, creo que es parte del problema y también de la solución, pero sostengo que existen otras partes involucradas.

Si la vialidad en nuestra ciudad se vuelve caótica en ciertos sitios y horarios, es porque la gente no tiene consciencia vial. Si fracasa el sistema integral de gestión de residuos (si es que hay uno), es porque la gente no tiene consciencia de separar su basura en orgánica e inorgánica. Si las personas con discapacidad sufren las deficiencias de una accesibilidad universal que no existe, es por las personas inconscientes que no respetan. Si el cambio climático avanza implacablemente, es porque las personas no tienen consciencia ecológica y ambiental.

Y entonces, se cree erróneamente que con campañas de concientización se van a acabar esos problemas. Jamás ocurrirá si no se atacan también todas las demás causas, y mucho menos si las famosas campañas de concientización se reducen a rentar un par de bocinas, una botarga y repartir volantes en los semáforos; o pagar planas enteras en los periódicos y rentar espectaculares.

La vialidad requiere un diseño de las calles y sus carriles que cumplan normas específicas, que cuente con señalamientos adecuados y suficientes, y que se sancione a quienes no cumplan. Para que los residuos no sean un problema de salud y también ambiental, hay que separar pero también las autoridades y los concesionarios de recolección, reciclaje y disposición final tienen que hacer su parte. Las rampas, guías, elementos de ayuda táctiles y auditivos tienen que estar bien hechos. Hay que exigir a la gente no asesinar árboles y sancionar ejemplarmente a quien lo haga. Sembrar muchos árboles nuevos, no unos cuantos y solamente a cambio de los muchos que eliminé del mapa, pero la autoridad debe dar el ejemplo.

Además, se vale concientizar.

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