Contigo y aquí

Es muy cierto que los lazos familiares impulsan el deseo limpio y puro de contribuir no sólo a la felicidad de nuestros familiares, sino a su continuo perfeccionamiento...

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Durante el transcurso de nuestra vida establecemos miles de contactos con los seres humanos que nos rodean, la realidad de la existencia humana nos determina a vivir en comunidad, no hay ser humano que pueda desprenderse de la relación con los demás de una manera absoluta y definitiva; es en estas circunstancias que nuestra existencia se encuentra determinada por los contactos que establecemos con los demás; la satisfacción con la vida misma depende en grado sumo de la calidad de las relaciones que hayamos logrado establecer con todos aquellos que cruzan sus caminos con el nuestro a lo largo de nuestra existencia.

Es en la realidad de estas interacciones permanentes en donde el ser humano va labrando tanto su propia existencia como su mundo interior y espiritual, dando forma a su personalidad y a sus características psicológicas; la importancia de la presencia de los otros en nuestra vida es por lo tanto vital para el desarrollo humano y todas estas interacciones se van dando a través de muy diversos contactos que van cincelando lo que seremos.

De ninguna manera es posible caer en la fácil afirmación de que lo que somos está solamente determinado por la calidad e intensidad de las relaciones que hayamos podido establecer a lo largo de nuestra vida; es bien sabido que nuestro propio yo tiene mucho que decir al respecto del tipo de persona en el que nos hemos decidido convertir. La capacidad que cada uno de nosotros tiene de auto curación ante los golpes de la vida es también un factor determinante.

Es por todo esto que la manera en la que vivimos nuestros días no puede ser definida únicamente por las relaciones con el medio ambiente, ni exclusivamente por nuestras características personales; dicho de otra manera, no somos lo que somos sólo por el medio ambiente o únicamente por nuestra herencia o carga genética, sino por la constante interacción entre ambas partes de nuestra existencia.

Aun así, la importancia de la calidad de nuestras relaciones marca cada una de las horas que tenemos la fortuna de vivir; la familia, nuestro primer ambiente relacional, comienza a dar forma a la manera e intensidad con la que nos iremos relacionando con el otro a través de nuestros días; posteriormente la escuela, los amigos, el ambiente de trabajo, el noviazgo y el matrimonio contribuirán en grado sumo a hacernos las personas que somos.

Existe por tanto un compromiso con nosotros mismos en cuanto a la responsabilidad de auto construirnos, pero somos también corresponsables en la edificación de quienes nos rodean, de ahí la importancia de la vida de cada uno de nosotros en la vida de los demás.

Es muy cierto que los lazos familiares impulsan el deseo limpio y puro de contribuir no sólo a la felicidad de nuestros familiares, sino a su continuo perfeccionamiento, ya que por amor a quienes llevan nuestra propia sangre deseamos que cada día sean más auténtica y plenamente humanos, desarrollando armónicamente todas las posibilidades de vida que su alma y cuerpo contienen.

Si el amor a los hijos, padres o hermanos encierra un amor limpio y desinteresado, no menos limpio, bello y desinteresado es el amor de quienes deciden contribuir con sus vidas a mejorar las nuestras; categoría especial en esta realidad ocupa el matrimonio, porque si bien de manera general cada uno de ellos se inicia en medio de ilusiones, esperanzas y un enamoramiento profundo, es a través de los años cuando la realidad de este amor se ve sometida a toda clase de pruebas. Las etapas ingratas de la vida se ven bendecidas por la presencia de quien ha decidido por pleno amor permanecer contigo y aquí.

En ocasiones la vida nos sonríe, pero también tiene momentos de dolor, fracaso y soledad, es en estos instantes cuando el ser y el estar en la vida de quien amamos cobra mayor relevancia, cuando la plenitud del amor muestra su mejor cara; esto no es en ninguna manera posible si no existe la plena donación de todo lo que soy y todo lo que tengo en aras del bien de quien amo. En no pocas ocasiones en nuestra vida nos es prácticamente imposible mejorar la situación de aquellos a quienes amamos, lo que sí podemos hacer es permanecer viviendo juntos lo que la vida nos depare. Permanecer contigo y aquí es muchas veces el mejor fruto del amor verdadero.

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