Contra el abuso infantil

La cantidad de casos de abuso sexual es indignante, ya que los menores están indefensos y son vulnerables, presas fáciles de depredadores que no tienen escrúpulos.

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Felicito a las organizaciones de RED PRO YUCATÁN que están promoviendo reformas para proteger mejor a los menores del abuso sexual, y a todos aquellos –como la senadora Rosa Adriana Díaz Lizama que ha mostrado interés y puede llevar hasta el Congreso la idea y plasmarla en ley- y las que se irán sumando a esta iniciativa. Cuidar y proteger a la infancia es responsabilidad de todos.  

En los últimos meses la cantidad de casos de abuso sexual con los que me he cruzado es indignante, ya que los menores están indefensos y son vulnerables, presas fáciles de depredadores que no tienen escrúpulos y como animales salvajes van sobre su presa para devorar su inocencia y dañarla física y mentalmente.

Aunque no conozco a fondo las propuestas específicas de dicha iniciativa, estoy segura que se enfocarán en penas más severas para las alimañas que se encargan de destruir la vida de otros seres; y si no fuera el caso, mis sugerencias, para no alarmar a mis lectores, no serán tan extremas como en otros países, donde existen penas como la castración, pero tal vez si tu hij@ o hermanit@ fueran abusados sexualmente sería lo menos que desearías que le hicieran al sujeto vil y cobarde.

No, mis sugerencias son CERO IMPUNIDAD para aquellos que atenten y/o materialicen o consumen el abuso sexual a un menor. Estos delitos, por su naturaleza, deben considerarse graves, juzgarse como tales y multiplicarse la pena cuando el autor sea una persona que pudiera ser una figura de autoridad y con mayor facilidad tener acceso al menor y manipularlo para cometer el abuso, tales como los maestros o padres de familia.

Tengo más sugerencias y me acercaré a la RED para aportarlas, ya que en verdad me indigna y no concibo en mi razonamiento ni en mi corazón cómo un ser humano adulto puede abusar sexualmente de un inocente de dos años y sentir placer, no comprendo cómo un padre de familia durante la noche quiera tocar a su hija mientras su mujer duerme, ni mucho menos que un maestro dentro de un aula le pida a su alumna adolescente  ser su primer hombre; tampoco comprendo que una madre, al saber que alguno de sus hijos es abusado por su pareja, no haga nada para evitarlo, ni que en los casos en que las familias denuncien haya una “reparación del daño” y el autor salga impune sin antecedentes y pueda seguir campante buscando otras presas.

Es por eso que de nuevo reconozco a este grupo de personas de acción la iniciativa para proteger a la infancia yucateca.

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