Las cartas parecen jugadas: la primera sala de la Suprema Corte de Justicia perfilará una ruta para que Florence Cassez quede en libertad en días, semanas, pocos meses.

La decisión de la Corte estará acompañada por una poderosa, mayoritaria corriente de opinión, pulcramente sintetizada ayer por la pluma de Federico Reyes Heroles: “Hubo o no violación al debido proceso, ese es el quid (…) Sin exageraciones: la justicia mexicana tiene una cita histórica: la oportunidad de dar una señal clara a favor del debido proceso, el imperio de la ley”.

No queda, por lo visto, más que registrar algunas cosas que no se deberían olvidar cuando se cuente la historia completa de la ciudadana francesa condena por secuestro por la justicia mexicana:

Con testimonios contradictorios o no, hubo víctimas que la reconocieron como parte de la banda de secuestradores. El montaje de su captura (2005) se hizo donde ella dormía y había personas secuestradas. Además del Ministerio Público Federal, una, dos, tres, cuatro instancias judiciales la juzgaron y condenaron. Siete años después, sigue siendo controvertido el argumento de que el Ministerio Público Federal debió desistirse ante las “claras evidencias” de las irregularidades procesales. El gobierno francés, el de Nicolas Sarkozy, trató a México como un país bananero en donde el Poder Ejecutivo da órdenes al Judicial. Cuatro años después de la crisis con Francia, sigue siendo polémico el argumento de que el gobierno de Felipe Calderón incumplió tratados internacionales para que Cassez fuera juzgada en aquel país.

En fin, cosas para no olvidar este miércoles histórico.