Curados de espanto

Al intentar llamarle a un conocido, por error equivoqué la marcación y, a pesar de que me identifiqué, la persona que me contestó del otro lado de la línea sólo atinó a cuestionarme de manera insistente...

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Al intentar llamarle a un conocido, por error equivoqué la marcación y, a pesar de que me identifiqué, la persona que me contestó del otro lado de la línea sólo atinó a cuestionarme de manera insistente con quién deseaba hablar y al ver que efectivamente se trataba de una equivocación me colgó.

Al incidente no le di importancia, hasta el momento en que dos personas a las que conozco fueron objeto de sendos intentos de extorsión telefónica, y que a punto estuvieron de caer en el garlito y acceder a depositar las cantidades que les exigían los supuestos secuestradores que afirmaban tener bajo su poder a familiares que viven en otras entidades del país. 

Y mientras unos, curados de espanto, ya no le temen a los muertos sino a los que se quieren pasar de vivos, otros que buscan una aventura amorosa, ingenuamente dan a conocer al aire su número telefónico y aun más datos a través de los programas que hoy día abundan en la radio, y en los que se combinan este tipo de mensajes cargados de erotismo con música de banda en la que muy al estilo de Sinaloa u otros lugares, en los que la delincuencia está en su punto más álgido, la letra de las canciones sólo habla de mujeres, parrandas y hasta del reparto a domicilio y a crédito de cigarros,  alcohol y droga.

Y luego nos quejamos de por qué la sociedad está como está...

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