¿De buena madera?

Chetumal, antes epicentro y cuna de la política estatal e importante centro comercial del sureste mexicano está en una situación crítica...

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Chetumal, antes epicentro y cuna de la política estatal e importante centro comercial del sureste mexicano está en una situación crítica, olvidada por gobernantes propios y ajenos que mantienen a la ciudad más longeva de la entidad en un estado deplorable.

Tanto los nacidos en esta tierra como los que han decidido vivir en ella aman a Chetumal, sin embargo la realidad espanta, pues en los últimos seis años la capital quintanarroense ha pasado de ser un orgullo a una muestra ejemplar de lo que no debe hacerse en la administración pública.

Gracias a los malos gobiernos municipales de Andrés Ruiz Morcillo y Carlos Mario Villanueva Chetumal es ahora una ciudad de tercera, con pésimos servicios públicos y una imagen urbana deplorable.

Lo primero que salta a la vista es el extremo daño a las vialidades, donde los baches surgen de manera espontanea pero continua, convirtiéndose rápidamente en un peligro para los automovilistas que los sufren. Los pocos visitantes que llegan a la puerta del mundo maya se llevan una imagen muy mala.

En cuanto a la calidad de los servicios de plano estamos reprobados, sobre todo en el rubro de transporte.

En tres años el alcalde capitalino y sus regidores se encargaron de desmantelar el transporte público hasta reducirlo a cenizas. Hoy, solo un par de rutas de camiones urbanos prestan servicio en la capital, que cuenta con más de 150 mil habitantes.

Pero lo verdaderamente preocupante es el estancamiento económico, que es lo que ha frenado el desarrollo de Chetumal y de todo el sur de Quintana Roo.

Desde el final de la era de la “fayuca” el comercio en Chetumal se ha desplomado y la antes popular Avenida Héroes, conocida en todos los confines de la península y más allá, se transformó en una gran galería de zapaterías y ropa barata.

Las cortinas cerradas se han multiplicado, incluyendo negocios de gran tradición que forman parte de la historia chetumaleña.

Y ahora, con el apretón de cinturón de los gobiernos estatal y municipal que no solo han cerrado la creación de nuevas plazas, sino que están despidiendo a trabajadores que ya pesaban en la nómina, la situación amenaza con complicarse.

La escasa actividad económica y el alto índice de sub empleos han impactado de lleno en la seguridad pública, pues los robos se han incrementado exponencialmente y el crimen organizado, antes invisible en la ciudad, empieza a tejer sus redes.

 No todo está perdido, pero se necesita sacar la casta y el orgullo. Demostrar la “buena madera” y como ciudadanos exigir al próximo alcalde que haga su parte para sentar las bases de un sano –y urgente- desarrollo. El reto será para Eduardo Espinosa Abuxapqui, quién no tendrá una tarea fácil.

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