De la novatada a la tragedia

El origen fue una de tantas “acciones” que la escuela normal rural de Ayotzinapa emprende todos los días: los estudiantes mayores vejan a los de nuevo ingreso con novatadas.

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Había ocurrido durante años, décadas, sin producir tragedias; pero confluyeron circunstancias inesperadas y debimos escuchar, de voz del procurador Murillo Karam, el relato espeluznante con que terminó una de tantas “acciones” que la escuela normal rural de Ayotzinapa emprende todos los días: los estudiantes mayores vejan a los de nuevo ingreso con novatadas: secuestrar autobuses para ir a obtener dinero para la causa.

Los normalistas exigen plaza automática, definitiva y perpetua y sin causales de despido, al término de estudios hechos entre huelga, manifestación y bloqueo de la autopista México-Acapulco; se apoderan de casetas de pago y cobran cuotas “voluntarias”.

En 2011, durante uno de estos bloqueos, incendiaron una gasolinera en la que murió, quemado vivo, el trabajador Gonzalo Rivas mientras cerraba los ductos de gasolina. Y no hay movilización alguna para encontrar a los normalistas culpables de ese crimen.

En esta ocasión, la orden a los novatos consistió en ir a Iguala para arruinarle a la primera dama municipal, María de los Ángeles Pineda, su ocioso informe de labores frente al DIF y su lanzamiento como candidata a la presidencia municipal, ocupada por su marido, José Luis Abarca, apoyado por una coalición de partidos entre los que el más fuerte era el PRD.

¿Sabían los organizadores del divertido sabotaje al informe que la dama era cabecilla del grupo Guerreros Unidos, amo regional del narcotráfico? Ese fue el factor detonante. Y que el marido, Abarca, ya hubiera asesinado previamente a un opositor, del mismo PRD, Arturo Hernández, de un escopetazo en la cara. 

Eso cambia todo el panorama: ya no fue, como en 2013, la travesura de arrasar la fiesta de la señora. El alcalde se había adelantado y prevenido a su policía municipal.

Ésta detuvo los camiones robados, atacó otro donde mató a seis personas, entre ellas un joven futbolista de tercera división. A los fallidos reventadores de la fiesta los llevó a Cocula.

Los entregaron a Guerreros Unidos, al parecer señalados como elementos de un grupo rival, Los Rojos. No se ha confirmado este dato. Pero, firme o no, si lo creyeron los Guerreros Unidos capitaneados por la señora Pineda explica la revancha feroz contra los normalistas.

Sidronio Casarrubias, capturado líder de ese grupo criminal, dijo en el Ministerio Público que la noche del 26 de septiembre recibió un mensaje de su lugarteniente, El Cabo Gil, quien le informó que había detenido un grupo contrario. Supuestamente de Los Rojos. Sidronio Casarrubias le ordenó que los matara. Fin de la “novatada”.

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