De los disturbios al rumor ¿Y luego?

Del repaso de la historia se aprende lo suficiente para entender el presente.

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Del repaso de la historia se aprende lo suficiente para entender el presente. En los tiempos del Presidente Luis Echeverría Álvarez (1970-76), una severa devaluación de la moneda y una economía en crisis trajo consigo una conflictiva relación con la clase empresarial del país, a quien el mandatario culpó de pretender desestabilizar su gobierno mediante la propagación de rumores que creaban un clima de pánico ciudadano, llegándose a hablar inclusive de un inminente golpe de Estado, que desde luego nunca aconteció. 

En el libro “Historia de México, Volumen II, de la antropóloga social Gloria M. Delgado de Cantú, se lee lo siguiente:

“Durante prácticamente todo el sexenio, varios rumores alarmistas se propagaron por el país, aumentando el clima de desconfianza de la población hacia el régimen echeverrista, rumores que se acrecentaron en el último año, al ocurrir la devaluación del 31 de agosto (de 1976)”.

Se narra en el libro, que a la serie de factores en conflicto se agregó la acusación de Echeverría contra el grupo empresarial –al que culpaba de propagar la ola de rumores- (en particular a los integrantes del poderoso Grupo Monterrey) a quienes señaló de ser los responsables directos del clima de inquietud social en el que se encontraba Nuevo León en esos momentos. “Dicha acusación, inoportuna para favorecer una posible conciliación entre el gobierno y los dueños del capital, desembocó en “la huida de capitales que habría de considerarse como la causa fundamental de la segunda devaluación, anunciada por el gobierno el 27 de octubre y por la cual la moneda mexicana perdía el 55 por ciento de su valor respecto al dólar estadounidense; al analizar la situación se llegó a la conclusión que la nueva devaluación se debía a la crisis generalizada de confianza que había propiciado la fuga masiva de capitales”.

Y luego aquí lo más interesante y que podría tener alguna similitud con lo que estaría por venir en los tiempos actuales en nuestro país:

“El desorden de la economía y la aparente incapacidad del gobierno para controlarlo dieron como resultado que en los últimos meses del sexenio se generara un ambiente de inseguridad en medio del cual se pensaba que podía suceder cualquier cosa, mientras que se acercaba el 1ro de diciembre (fecha señalada para el relevo presidencial), en constante aumento de la efervescencia política y de la inquietud e inseguridad sociales. Los rumores más insistentes eran aquellos que podrían tener repercusiones más directas sobre la vida de los ciudadanos, por ejemplo: la congelación de las cuentas bancarias, la nacionalización de la banca o el racionamiento de los productos alimenticios básicos. Estos últimos rumores provocaron actitudes de pánico y la cancelación masiva de las cuentas bancarias”.

Y luego se apunta lo que ahora, cuarenta años después, empieza a perfilarse como la sombra inquietante de un rumor creciente, cuya finalidad desde luego es la de crear en principio la idea de un estado fallido.

“Pero el más grave de todos los rumores, fue el de que se preparaba un golpe de Estado contra el régimen echeverrista, el cual para algunos surgiría de los grupos opositores de derecha y, en cambio, para otros se gestaba como un movimiento de izquierda”.

El rumor, se asienta en el ensayo histórico, se hizo tan creciente que no sólo un vasto sector lo daba por hecho, sino que inclusive se le asignó una fecha, el 15 de septiembre “y al llegar la fecha sin que esto ocurriera, se trasfirió al 20 de noviembre, como si fuera necesaria una fecha conmemorativa para que tuviera lugar un evento de tal naturaleza. Se decía también que el general Hermenegildo Cuenca Díaz (Secretario de la Defensa Nacional) había sido apresado e incluso asesinado”.

Y luego vino en ese episodio lo que algunos mexicanos  suponen – dentro de este clima de desconcierto generalizado- como una analogía de lo que en estos momentos estaría  tramando el Presidente Peña Nieto, inmerso en una presunta  teoría conspirativa para no soltar el poder y evadir las elecciones presidenciales que tendrán lugar el próximo año:

Trascurrida la fecha del 20 de noviembre sin que se diera el anunciado cuartelazo, “surgió una nueva serie de murmuraciones al mismo tiempo que se agudizaba la crisis en el sistema monetario. El día 21 empezó a circular el rumor de que Echeverría preparaba un autogolpe de Estado con el propósito de mantenerse en el poder para instaurar un nuevo Maximato”…

Ante la gravedad de los rumores, los dirigentes del ejército reiteraron su lealtad a las instituciones democráticas.

Por ello no resulta casual que el sitio informativo www.loquesigue.tv detectó que desde la mañana del 4 de enero de este año recién iniciado casi 500 cuentas de perfiles falsos vienen difundiendo información carente de veracidad, provocando el cierre de tiendas, pánico colectivo y falsos robos. Lo anterior nos permite deducir que detrás de los rumores existe un plan orquestado de desestabilización política y social con el propósito inmediato de provocar caos y temor.  Las redes sociales están siendo el vehículo adecuado para llegar rápido al quebrantamiento de la tranquilidad ciudadana y de la imagen institucional del Estado Garante, pasando luego a la de Estado fallido.

En algunas partes del país vienen circulando vía watsapp mensajes anónimos grabados y escritos, entre los que destaca uno con el siguiente texto:

 “Buenas tardes, me acaban de dar aviso de buena fuente, un conocido que es militar, el gobierno quiere hacer algo similar a lo del 68 en Tlatelolco, van a mandar militares vestidos de civiles armados con la orden de disparar a todo lo que se mueva. Por su seguridad, corran la voz a sus familiares. Salgan a comprar si pueden comida, agua, porque viene muy fea la situación. Las clases se suspendieron hasta nuevo aviso” (fuente Proceso).

¿A quién o a quienes conviene sembrar en México la noción de que se está cerca del Estado fallido, incapaz no sólo de resolver las demandas ciudadanas, sino la de brindar seguridad a sus habitantes y hacer respetar el estado de derecho?  Seguramente a las clases bajas y medias de este país no, a la oligarquía económico-política, en cambio, pareciera que la idea de perder el control de los hilos del poder en 2018, le espanta el sueño. 

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