De pena ajena

En tiempos electorales, la vida real y digital se transforma en un constante ir y venir...

|
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

En tiempos electorales, la vida real y digital se transforma en un constante ir y venir de quejas y reclamos contra los candidatos por sus métodos arcaicos y la mala costumbre de la torta, el frutsi y los 500 pesos para llenar mítines o de buenos comentarios sus fotos en Facebook. 

En nuestros “timeline”, mínimo, a diario tenemos tres o cuatro publicaciones de algún conocido o página clamando en contra del clarísimo dispendio de recursos públicos en campañas sosas: a todas les damos “like” y queramos o no, nos sentimos un poco más conscientes de la realidad política de nuestro estado. El problema estriba es que, a la siguiente publicación sosa, absurda y prejuiciosa, también hacemos clic en “me gusta”. 

La semana pasada, la tragedia en una sección de “Pajaritos” trajo como consecuencia muy secundaria una nueva pifia de los servicios de internet de la Presidencia de la República: sin necesidad, el “equipazo” de comunicación social decidió “photoshopear” imágenes de la visita del presidente Enrique Peña Nieto a la zona de desastre. Mostraron en primer plano al Jefe de Estado consternado por los daños, y de fondo, partes de la planta, en forma por demás burda, casi, casi como de meme de 9gag.com. 

Huelga decir que la comunidad en redes sociales mostró ya no su indignación, sino su burla más sonada, máxime cuando, según se cuenta en los bajos mundos digitales, encargados de la comunicación social de la Presidencia negaron la alteración de fotos… hasta que las vieron, pues al parecer, ni ellos sabían del caso. Hasta hace unos días, las imágenes aún se encontraban en el portal del Poder Ejecutivo, en la sección multimedia, por si quiere reírse un rato. 

El punto desdeñable de esta situación no es el “photoshopeo”, sino la facilidad con que las redes sociales estallan ante casos insignificantes como este, el de la #Lady100pesos o la agente policíaca que renunció tras ser expuesta en “topless” dentro de una patrulla. Este último es quizás el más recalcitrante y ridículo de todos: usuarios indignados por el daño a una institución (la policía) que de por si no respetan, pero que hoy aplauden sin más, que la agente Nidia García incursione en show nocturnos, movida por la cuestionable fama ganada a base del escarnio público. 

Como diría Obi Wan Kenobi, ¿quién es más tonto: el tonto, o el tonto que lo sigue? ¿La Presidencia por cometer una pifia más, o la sociedad por indignarse ante semejante tontería? Por este tipo de escenarios digitales es que nuestras campañas políticas no evolucionan de la torta y los 500 pesos: no se nos toma en serio; saben que con la pena, las redes sociales en México son veletas de l absurdo. Hoy, por mencionar otro ejemplo reciente, la #Lady100pesos goza de inusitada fama por su “belleza”, aunque haya sido sacada a la luz por los mismos usuarios que dejaron morir en internet el clamor por el caso Ayotzinapa. 

Cierto. Internet no es sólo seriedad, y de hecho nunca lo ha sido. También muy cierto es que no todo en la vida se mueve entre lo blanco y lo negro, pero es casi insultante que la comunidad que ante las pifias ridículas y casi anecdóticas de la Presidencia, clama moralidad e integridad, sea la misma que apoya desmesuradamente a quien viola la ley; o equipare como violación a sus derechos que se le evidencie en Periscope cometiendo un agravio. Esos que piden retirar el fuero a los políticos… sólo para exigir la protección de las redes sociales cuando meten la pata. 

Integridad es lo que nos hace falta. No vamos a vivir tomándonos toda la vida a rajatabla moral, pero mientras no seamos capaces de entender que entre “twittear” y actuar hay un solo paso, no podremos salir del agujero social en que vivimos.  Exigimos a los candidatos lo que no somos capaces de ofrecer a nosotros mismos, por eso es que cada tres años nos terminan vendiendo el mismo “tweet”, pero revolcado.  

Lo más leído

skeleton





skeleton