De renunciar

En ocasiones, o en la mayoría de los casos, las personas simplemente siguen un camino sin disfrutarlo, sin ambición...

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En ocasiones, o en la mayoría de los casos, las personas simplemente siguen un camino sin disfrutarlo, sin ambición, a veces es la inercia por haberlo empezado y después del tiempo se convierte simplemente en avanzar porque el trayecto ya está marcado, porque el destino resulta así más cómodo, y ahí están burócratas, empleados, obreros, profesionistas y hasta deportistas.

El sueño de hacer bien las cosas, de seguir al orgullo por el orgullo y la felicidad, de soñar, con el tiempo se vence y la falta de apoyo y la inercia de los demás dan un tono gris, el de no continuar con la exigencia y la idea de que la vida ahí va, y llega la comodidad y el miedo al cambio, a superarse.

Qué situación más común y deprimente la de acudir a un lugar, solicitar algún servicio, hacer un trámite, construir una barda, entrenarse, y sólo pensar en que todo se convirtió en una obligación, en una costumbre, en lo confortable, en la estabilidad.

Así se han mantenido matrimonios, familias, carreras, empleos, y la vida misma.

Pocos apuntan a la creatividad, aquella que rompe con cualquier esquema, aquella que dice: Ya logré, ahora rompo, ahora supero, y si ese fuera el paso de muchos, entonces la sociedad sería mejor, cada quien encontraría en sus acciones aquella que lo lleve a la cama como una mejor persona, pero hay una neblina cargada que no deja avanzar.

Generaciones salen de las secundarias, preparatorias, universidades, y muchos de ellos se pierden en el olvido de encontrar esa estabilidad mal entendida de encontrar un trabajo, un puesto, un hueso, y criticar a los demás que buscan superarlo, y no crear.

Tal vez, y sería muy ambicioso, que todas las generaciones deban renunciar a lo que hacen si es que no dan resultados, para que la misma sociedad entienda que el camino recorrido es mejor dejárselo a los que quieren correr  más rápido y mejor sobre él, aquellos que siendo burócratas, obreros o deportistas y demás, no buscan más que ser mejores y entiendan que cuando alguien los supera no es por capacidad, sino por ambición, entonces la sociedad crecería y cada quien buscaría un camino no cómodo, sino el que quiere recorrer.

Pero ayer Pedro se levantó, encontró un mal servicio de transporte, llegó a su trabajo donde pocos querían trabajar, lo mandaron a hacer un trámite y se encontró a un burócrata que de mala gana y por medio de un pago extra lo atendió y quería que el horario de trabajo terminase, y después quiso llegar a su casa para descansar y levantarse para ir a trabajar a lo mismo, con la esperanza de que su paga se cumpla a los quince días. 

Y como dijo la abuela que el jefe siempre decía: Si ya agarraste hueso no dejes que nadie te lo quite, más vale que lloren en su casa en lugar de la tuya, y así mantuvo su trabajo y una muerte en el olvido, nada por enorgullecerse. 

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