De Villanueva para Abuxapqui

Entre las causas de las penurias del Ayuntamiento capitalino figura la contratación a discreción de...

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Entre las causas de las penurias del Ayuntamiento capitalino figura la contratación a discreción de cientos de trabajadores, muchos de ellos con tareas simbólicas o descaradamente en papel de aviadores. Los excesos fueron tremendos en el período de Carlos Mario Villanueva Tenorio, quien según su sucesor Eduardo Espinosa Abuxapqui heredó a 100 empleados con plaza sindicalizada para saldar compromisos políticos.

Pero la plantilla de dos mil 300 trabajadores es en estas condiciones una carga para un Ayuntamiento que a duras penas puede cumplir con el pago puntual, y cuyo alcalde ha tenido que aplicarse a fondo para hacer malabarismo para que las cuentas cuadren.

Cada alcalde ha tenido la costumbre de in-corporar y obsequiar plazas sindicales a sus allegados, como si se tratara de un seguro contra el desempleo.

La tradición la mantuvo encendida Carlos Mario Villanueva, quien le heredó a Abuxapqui un cúmulo de asuntos complicados, a los que se suma esta incorporación de 100 trabajadores que están blindados y por lo tanto son intocables.

Por ello cada quincena se anuncia como un logro el pago del sueldo, cuando esto debe ser una cuestión rutinaria.

Pero la cuestión de la nómina ha sido uno de los temas permanentes en estos meses, ya que el margen maniobra financiero en el Ayuntamiento es muy limitado, rondando incluso la parálisis.

Claro que a Abuxapqui no le agradó el repentino obsequio laboral de su antecesor, ya que dificulta sus tareas reclamadas por miles de othonenses que con justa razón exigen la efectividad básica de parte de un Ayuntamiento que había renunciado a todas sus tareas, bajo la negligente batuta de Carlos Mario Villanueva.

Una nómina abultada no se justifica en esta temporada, tomando en cuenta que la superficie del municipio capitalino de Othón P. Blanco disminuyó con el nacimiento del municipio de Bacalar, y puede adelgazar otro tanto si se crea el undécimo municipio de Nicolás Bravo, en los límites con Campeche.

Una plantilla adaptada a las necesidades del Ayuntamiento capitalino es una necesidad a estas alturas, para que los alcaldes no sean presa de los nervios y el insomnio en cada quincena. Por ello las afinidades políticas deben ser desplazadas para que se contrate al personal básico para las tareas municipales. 

El pago del impuesto predial es la gran esperanza de los Ayuntamientos en materia de recaudación para oxigenar sus finanzas. Pero lo idóneo es que todo el recurso sea destinado a obra pública y a la atención de la población vulnerable.

Pero la sobrecarga de trabajadores puede frenar esta inversión tan urgente en muchos municipios, comenzando por el de Othón P. Blanco, tan castigado como nunca en su corta historia.

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