Dejad que los niños escriban cajón con g

Ya solo le faltaría al Papa ir en serio contra los émulos del padrote Maciel, que son más escurridizos que El Chapo Guzmán.

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Es tanta la insistencia de los PRItanes del PANcífico de que no es su intención privatizar Pemex que uno no sabe si creerles o refugiarse en información aparentemente menos obsesiva, como el nacimiento del principito inglés o la de la llegada del Papa a Brasil, que ha generado imágenes de tumultos imposibles. Aparentemente, en este caso no se generarán disturbios ni protestas porque el sumo pontífice en sí mismo es un líder contra el capitalismo salvaje posindustrial, la sociedad de consumo, el derroche, la ostentación y el exceso de los ricos frente a la ofensiva pobreza del mundo. Un entusiasta de la humildad que no parece hacer juego con la escenografía que disfrutan los altos prelados del orbe. 

Ya solo le faltaría al Papa, después de acabar con los agiotistas-anatocistas y calmar las ansias de los indignados brasileños que se les hace muy caro lo de su papamóvil, ir en serio contra los émulos del padrote Maciel, que son más escurridizos que El Chapo Guzmán. Aunque el general Carrillo Olea, el que apañara al líder del cártel de Sinaloa, afirme que no lo agarran porque no quieren. O sea, si lo detienen se acaba la diversión y luego a quién le echamos la culpa de todo. Ni modo que al anticlimático Z42.

Como quiera que sea y a juzgar por la manera en que ninguna de las propuestas de reforma energética ha tocado al sindicato ni a esa fuente inagotable de corrupción (al PRD lo único que se le ocurrió fue proponer un antiestamínico referéndum seguro sancionado por el confiable IFE), lo más probable es que se quedarán más tiempo entre nosotros que las faltas de ortografía en los libros de texto gratuitos.

En este asunto es toda una experiencia ver cómo Chuayfett le echa la culpa a sus antecesores calderónicos la acumulación originaria de errores que ya no son ortográficos, sino orográficos. A juzgar por las argumentaciones, ya no se sabe si Chepo de la Torre (que explica la limitada demostración frente a Trinidad y Tobago con un “lo que importa es ganar”) imita a los políticos mexicanos o todos quieren ser clones de Fox.  

No es que no sea una noble aspiración, pero lo que en el ex presichente es sana diversión, en sus imitadores es pura chocantería.

Digo, aunque sin duda Jelipillo y sus amigos no eran precisamente unos intelectuales —o precisamente por ello—, en la SEP de don Emily tendrían que haberse puesto a darle una revisadita a esos engendros educativos.
Claro, a menos que el plan maestro sea mantener la bonita tradición mexicana de que los niños escriban cajón con g. 

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