Dejan mal parada a la UADY

¿A quién le toca hacer conscientes a estos futuros profesionales del valor del patrimonio arqueológico?

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El pasado 22 de marzo, en las zonas arqueológicas de Labná, Kabah y Uxmal se recibió la visita de 750 jóvenes que se dijeron estudiantes de la Universidad Autónoma de Yucatán, invitados por el líder de la Federación Estudiantil de Yucatán, A.C. 

El objetivo de dicha visita, que era meter relajo y causar problemas, quedó claro cuando los alumnos  se dedicaron a alterar el orden y generar incomodidad a otros vistantes. Los supuestos estudiantes no respetaron la restricción de subir a techos y muros de las estructuras y a edificios no restaurados. En las fotos que subieron a la red se ve a grupos de jóvenes en los techos del Palacio y el Mirador de Labná.

En Kabah, esos estudiantes entraron a espacios restringidos y removieron rasgos de edificios en proceso de exploración alterando el contexto de los elementos decorativos de los edificios. Los sitios arqueológicos de la ruta Puuc fueron alterados seriamente. 

Esos jóvenes reafirmaban a grandes voces su pertenencia a la UADY y con sus gritos y bulla perjudicaron a los demás visitantes. En las fotografías que  subieron a la red, se les ve en áreas restringidas al público y se logra identificar a la consejera estudiantil de Ciencias Biológicas y Agropecuarias dando ejemplo de lo que no se debe hacer en un sitio arqueológico. 

En Uxmal, la vigilancia funcionó mejor, pero los estudiantes se mostraron groseros con los custodios  que les hicieron llamados de atención cuando intentaban subir a áreas restringidas. Al pie del Templo del Adivino, los más de 750 alumnos gritaban a coro las siglas “UADY”, lo cual era realmente incómodo para los demás visitantes nacionales y extranjeros que en ese momento recorrían los monumentos.

Se recibieron muchas quejas de otros visitantes que denunciaron que varios de los jóvenes que se ostentaban como estudiantes de la Universidad orinaron dentro de la zona arqueológica, acto que se califica como humillante para todos los que nos ocupamos de cuidar el sitio arqueológico. 

La representante del grupo de la Facultad de Ingeniería se desmarcó y  sus compañeros fueron más respetuosos y acataron todas las indicaciones y recomendaciones. 

Ante todo este mal comportamiento de los estudiantes nos queda la  interrogante: ¿a  quién le toca hacer conscientes a estos futuros profesionales  del valor del patrimonio arqueológico? Quisiéramos que todos fueran como los de la Facultad de Ingeniería, que dieron ejemplo de actitud responsable.

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