Del infierno al país de asilo
México se abrió como país de asilo y otra vez se enriqueció con esos niños que fueron compañeros de Julián.
Tatiana Zugazagoitia, bailarina de primer nivel, vive en Mérida y aquí crea cotidianamente. Yo vengo pensando en México, con relación a ella, desde el pasado miércoles cuando vi en el canal principal de Televisa (aunque usted no lo crea, si bien a horas de la madrugada): Gilberto Bosques, el hombre que desafió a los nazis.
Se trata de un reportaje, con el apoyo de Enlace Judío, realizado por Guillermo López Portillo, quien “reconstruyó, entre campos de concentración, museos y memoriales en Europa y México, la labor diplomática de Bosques durante los duros años del nazismo”.
Huyendo del infierno, Alfred Alexander-Katz y Brígida Alexander llegaron en 1942 a este país de asilo, gracias a uno de los muchos visados con que Gilberto Bosques salvó vidas y enriqueció con ellas a nuestra patria.
Susana Alexander, extraordinaria actriz y madre de Tatiana Zugazagoitia, aparece varias veces a lo largo del reportaje para contar y mostrar los recuerdos de una historia terrible que, gracias a la vocación de México como país de asilo, tuvo un final feliz. Yo veía emocionado esas fotos de Brígida Alexander a quien no sólo tuve la fortuna de conocer, sino que trabajó en una obra mía en la que fue una de sus últimas actuaciones.
También en 1942 llegó a México, exiliado luego de la Guerra Civil española, y tras pasar por campos de concentración en Francia y salir por Bélgica, un niño de trece años, Julián Zugazagoitia, quien llegaría a casarse con Susana Alexander y ser el padre de Tatiana.
México se abrió como país de asilo y otra vez se enriqueció con esos niños que fueron compañeros de Julián: Luis Rius, Arturo Souto, Tomás Segovia, Juan Espinasa y muchos más (fueron discípulos de mi padre y para mí son hermanos mayores inolvidables).
El abuelo de Tatiana, Ministro republicano, primero de Gobernación y luego de Defensa, Julián Zugazagoitia, fue detenido en 1940 por la Gestapo, entregado a Franco y fusilado en Madrid sin juicio. No llegó a tiempo al país de asilo.
En días en que refugiados centroamericanos cruzan el territorio y son tratados como animales, quienes debemos la vida a la concepción humanista de ese México tenemos el deber de exigirla al México de hoy.