Delincuencia de bajo perfil

El alcalde capitalino Carlos Mario Villanueva aprovechó la exclusión de Chetumal del Plan Anticrimen del gobierno federal para levantarse el cuello y presumir...

|
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

El alcalde capitalino Carlos Mario Villanueva aprovechó la exclusión de Chetumal del Plan Anticrimen del gobierno federal para levantarse el cuello y presumir como si fuera un logro de su gobierno la “escasa” incidencia delictiva en la capital y sus alrededores.

Y es que debido a que Chetumal aún es catalogada como una ciudad tranquila, fue la única capital estatal excluida del Plan Nacional de Seguridad que emprendió el presidente Enrique Peña Nieto para combatir sobre todo a la delincuencia organizada.

Pero el hijo de Mario Villanueva Madrid quiso colgarse el milagrito diciendo que la baja tasa delincuencial es gracias al trabajo de “prevención” que realiza el municipio en coordinación con la Policía Estatal.

Nada más lejos de la verdad. Si bien es cierto que en Chetumal no se han tenido tantas ejecuciones relacionadas con el crimen organizado, la incidencia delictiva ha crecido sin parar, incluso es en los últimos dos años, los que corresponden a su periodo gubernamental, donde los chetumaleños hemos sido testigos de delitos de alto impacto, antes impensables en esta capital.

En el 2010 el municipio capitalino cerró el año con seis mil 642 delitos, según datos del Inegi; para el 2011, Chetumal cerró con cinco mil 626 delitos, y en el 2012 terminó con cerca de seis mil, ocupando el segundo lugar del índice delictivo estatal, solo detrás de Cancún, según la Procuraduría de Justicia del estado.

Pero las cifras no reflejan la realidad que viven los capitalinos día a día, que han visto como Chetumal ha pasado de ser una ciudad apacible a un paraíso para los delincuentes que operan a sus anchas.

El robo a casa habitación es el delito más común y crece día con día asolando a los habitantes de la capital, y la supuesta labor de prevención que realiza el municipio no ha dado los frutos que la sociedad exige con toda justa razón.

Y la cosa no para allí, pues durante el gobierno de Carlos Mario los delitos de alto impacto han sido cada vez más frecuentes en esta zona antes tranquila. Apenas a inicios de esta semana, el asesinato de un adolescente secuestrado en Bacalar puso el dedo en la llaga.

Los narcomenudistas venden su producto como si se tratara de dulces en las colonias, a la vista de todos, protegidos por la impunidad que les brinda la misma Policía Municipal, que debe inhibir el delito.

Los ladrones ya no se conforman con robar televisores, computadoras y joyas en las casas, sino que ahora prefieren cajeros automáticos que son arrancados con descaro.

Si comparamos el estado delictivo de la capital del estado y sus alrededores con lo que teníamos aquí hace 20 años, queda claro el avance desmesurado de la oleada delictiva que ya le entró al secuestro, aunque sea esporádico, pero no menos letal.

Lo más leído

skeleton





skeleton