Los pronósticos de escisión en el PAN luego de su proceso electoral interno fallaron. Algunos de éstos tuvieron como base nuestros propios pleitos. Otros eran fruto de malquerencias. No acontecieron y eso es esperanzador para el PAN y para la política.

Habrá que sopesar si el costo de los escándalos valió la pena, pero, por de pronto, el PAN es el único partido que ha salido avante de un proceso de elección de dirigentes por su militancia. Será porque hay demócratas en él. Nadie puede pedir hacia afuera lo que no practica adentro.

Reconocer a Madero -presidente de todos los panistas- es indiscutible. También la integridad y espíritu democrático de Cordero que reconoce al ganador sin abandonar lucha y principios. Hay quienes -en el panismo yucateco ha sucedido- al no obtener el triunfo dejan la casa y fundan capillas enfrente: “Sólo hay democracia si gano”.

Pensar la política es razonar antes de hacer y reflexionar después de actuar. Cosas para reflexionar las hay. Entre otras,     que no hemos superado totalmente el maniqueísmo -dividir entre buenos y malos- y de ello hay que ocuparse. También que los panistas están de acuerdo con el diálogo con el gobierno para construir pero sin perder su capacidad de oposición. Asimismo, que en una institución democrática los votos se cuentan y no se pesan y eso enorgullece y dignifica a todos.

Por cierto, en alguna opinión publicada -no es necesariamente lo mismo que pública- cuando ganan los apoyados por los liderazgos se habla de cargada y de línea. Cuando no es así, se denigra a los liderazgos. Cosa de no estar acostumbrados a la democracia.

No todo es belleza pero hay esperanza. Bien se ha dicho que “a los panistas a veces nos separan las inteligencias, pero, finalmente, nos une el latir del corazón”. Y esta unión de corazones se dice con una palabra: concordia. 

¡Enhorabuena!