El derecho a no hacer nada

Tu próximo momento de descanso y libertad dedícatelo al 100 %, ya sea por unos minutos o unas horas, sueña despierto; ve el techo de tu casa.

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La Declaración Universal de los Derechos Humanos en el Artículo 24 refiere que toda persona tiene derecho“al descanso, al disfrute del tiempo libre, a una limitación razonable de la duración del trabajo y a vacaciones periódicas pagadas”. Sin embargo, en nuestra cultura el tema del “descanso”no siempre se desarrolla como debería; me refiero a que cuando una persona tiene un día libre realiza toda una serie de actividades y “pendientes” que no se relacionan para nada con el descanso. 

Trabajamos tanto para obtener el asueto, que cuando llega no sabemos qué hacer, así que hacemos todo para evitarlo. Y es que el descanso al que me refiero no es el derecho o la oportunidad que tenemos cuando salimos de vacaciones, ya que inclusive estando en ellas hacemos todo menos descansar, y si quieres saber si has estado en esa posición sólo pregúntate si alguna vez haz dicho la siguiente frase: “Necesito unas vacaciones de mis vacaciones”.

Este artículo trata de reencontrarnos con la idea del derecho humano inalienable a no hacer nada, vivir unas horas el arte de la vagancia absoluta, no hacer nada de nada y por nada; pero, eso sí, sin sentirte culpable. Hablo de colgar tu hamaca de colores brillantes en tu jardín, patear la pared más cercana y quedarte ahí mirando al cielo, encontrarle todas las formas posibles a las nubes, analizar a detalle la forma de tus brazos, dedos y uñas, contar los lunares visibles en tu cuerpo, imaginando las constelaciones que se podrían formar si los unieras con líneas color negro. Si no tienes hamaca, camina por tu jardín o por del parque más cercano, siente cómo el pasto roza los dedos de tus pies, disfruta el aire vespertino con la humedad de esta época del año, déjate llevar por el momento, cierra los ojos y disfruta.

Aunque se lea fácil, para nada lo es; hoy sentimos demasiado miedo a “aburrirnos”. Eso sin importar la generación a la que pertenezcamos, ya que somos adultos y jóvenes hipermotivados, sin tiempo que perder; si no estamos en el trabajo, estamos en las redes sociales o en la televisión viendo series interminables, viviendo una hiperestimulación que nos aleja del verdadero placer de estar con nosotros mismos, de disfrutarnos en toda la extensión de la palabra. Porque no hay posición más privilegiada que estar con nosotros mismos. 

Por eso tu próximo momento de descanso y libertad dedícatelo al 100 %, ya sea por unos minutos o unas horas, sueña despierto; ve el techo de tu casa o las aves a través de tu ventana, experimenta esa desconexión, y regresarás al mundo más motivado para crear más. No tengas miedo de vivir tu derecho a no hacer nada, a ver cómo corren todos los demás mientras disfrutas tu momento, en el que los únicos protagonistas son tu silencio, tu hamaca, la forma de tus nubes y tú.

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