Desorden de valores

¿Es acaso preferible un ser humano pleno de belleza pero sin un gramo de inteligencia?

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Hace cinco años, Joao Pereira de Souza caminaba por una playa de su natal Brasil cuando se topó con un pingüino de Magallanes, el animalito yacía en la playa completamente cubierto de petróleo crudo que casi le impedía en su totalidad cualquier tipo de movimiento, agotado, maltrecho y a punto de fallecer. El hombre se apiadó del ave, la llevó a su casa y con todo cuidado la fue librando del petróleo. Los siguientes once meses los pasaron juntos hasta que el pingüino, al que ahora llamaba Dindim, cambió su plumaje y se aventuró de nuevo al mar.

Cinco años han pasado desde ese momento, Joao ahora de 71 años recibe a Dindim todos los años y durante 8 meses viven juntos en las costas de Brasil, hasta el momento en que el pingüino tiene que emigrar hacia las costas de Argentina y Chile; tan fuerte vínculo se ha establecido entre ambos que Joao declara que el animalito es casi como su hijo, ya que no deja que nadie lo toque con excepción de Joao. La bondad de un ser humano hacia una creatura indefensa y el inesperado reconocimiento de ésta hacia su salvador han forjado una relación especial marcada por un cariño que se va prolongando a través del tiempo.

La historia de Joao se dio a conocer en estos días, al mismo tiempo que la de un joven habitante de la región sureste de China, conocido con el seudónimo de A Duam, quien fue detenido por las autoridades y condenado a 3 años de prisión por haber vendido a su hija de apenas 18 días de nacida por la suma de 3,500 dólares; el detenido ha declarado que con la suma recibida planeaba comprar un Iphone y una motocicleta.

La madre, que también fue detenida, fue condenada a dos años y medio de cárcel que le fueron suspendidos por ser la única persona que se hace cargo de su hermano pequeño y de sus padres ya muy ancianos. Sometida a interrogatorio ella aseguró no haber estado enterada de los planes de su esposo, afirmó no saber que era ilegal lo que el esposo había hecho, ya que ella era adoptada y pensaba que esto era algo aceptable.

Miles de estas historias muy lejanas o cercanas a nosotros se desarrollan en nuestro planeta, una muy vasta variedad de acontecimientos que son evidentemente plausibles o condenables desfilan a diario ante nuestros ojos, y algunas preguntas quedan al aire: ¿Qué es lo que ha llevado a Joao a cuidar y proteger con esmero la vida de Dindim? ¿Acaso A Duam consideró que era apropiado vender a su hija a cambio de un teléfono celular y una motocicleta? ¿Qué nos dicen ambas historias sobre lo que los seres humanos consideramos valioso?

Algo valioso es por supuesto algo bueno y deseable; si como seres humanos pretendemos preservarnos a nosotros y a nuestra especie, un valor ha de ser todo aquello que nos ayude a desarrollar todas nuestras potencialidades y a ser cada vez mejores y más humanos. Es con esta visión como acabamos adjudicando grados de valor a las cosas, hay algunas por supuesto más valiosas que otras, es así como surge una escala en los valores, de ahí que haya valores físicos, mentales y espirituales, todos ellos buenos y necesarios para nosotros, pero cada uno aquilatado de acuerdo con el fin más importante que es el perfeccionamiento del ser humano.

Así valores físicos como la belleza o la fuerza, siendo deseables, han de estar supeditados a los valores mentales, como la capacidad de análisis, la lógica o la inteligencia, porque ¿de qué nos serviría la fuerza si no es guiada por la inteligencia? ¿Es acaso preferible un ser humano pleno de belleza pero sin un gramo de inteligencia? 

De la misma forma los valores mentales como la inteligencia o la lógica han de estar guiados por los valores espirituales, como lo son la solidaridad, la piedad y el amor, ya que de otra manera corremos el riesgo de una inteligencia nada solidaria, una lógica sin piedad; en fin de una gran serie de actividades mentales frías, insensibles y sin amor. No olvidemos que los grandes imperios verdugos de la humanidad destacaban por sus grandes capacidades mentales y sus nulos valores espirituales, si no recuerden el nazismo.

Si esto nos queda claro y damos a cada valor el justo lugar que debe ocupar en nuestra vida, tal vez algún día dejaremos de escuchar noticias en las que un ser humano venda a su propia hija para comprar un teléfono celular y seguramente veremos con más frecuencia a personas como Joao, que dejando brotar el amor de su corazón preserven y protejan a todos los seres indefensos de este mundo, sean humanos o no.

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