¿Después del Carnaval, la calma?

Lo que está en juego no es solo la tradición del Carnaval de Mérida, sino un poder político y económico.

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Ya sé, el tema del carnaval seguro tiene hartos a más de uno, por los argumentos apocalípticos como integrados; las visiones contrarias son válidas y cada una tiene cierta carga de verdad, pero ni representa a toda la población, ni es absoluta.

Mientras está el debate de cuál es la mejor sede, son sus implicaciones y quiénes están detrás de las decisiones, lo que ambos critican que la decisión de una “fiesta tradicional” se quede en manos de unos cuantos.

Tras cinco días de desfiles se pudo medir la respuesta y el martes con dos celebraciones paralelas una en Xmatkuil, la oficial y otra en Paseo de Montejo la “del pueblo”, solo se comprobó que dos fuerzas políticas están mostrando su músculo. 

Con esto no quiero decir que no haya gente que auténticamente le guste el carnaval y sean acarreados, sino que lo que está en juego no es solo una tradición o la factibilidad de una sede, sino un poder político y económico.

Luego visitar en cinco ocasiones Plaza Carnaval, me di cuenta que hay personas que realmente se apasionan por estas fiestas y van a ir al fin del mundo a disfrutarlas; el lugar fue funcional, pero no cabe duda que hubo negociaciones con grandes empresas, porque la oferta comercial estaba ceñida a ciertas marcas. 

¿Qué viene? Esperar el balance, conocer los fundamentos de todas las visiones y crear nuestro propio criterio. 

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