Ha llegado a su destino y con nervios  toma su maletín negro, un poco maltratado por el tiempo, se ajusta el saco y el micrófono, respira profundo y sonríe al escuchar la voz de los niños aclamando: ¡Ya llegó el mago! 

Apenas entra a la sala de fiestas los niños corren a su encuentro, lo abrazan y luego parten a sentarse en el lugar más cercano a la mesita que el mago ha instalado. Parecería un show más para el prestidigitador, pero él sabe que cada espectáculo es diferente, a todos se les impregna una fuerte emoción.

Unos dicen que el mago hace trucos y otros, en cambio, afirman que tiene la habilidad para convertir una ilusión en un aplauso y una sonrisa, las más bella de todas, la que se encuentra en nuestro interior; señalan, y yo lo aseguro, que el mago logra sorprender de  manera magnífica, por medio de arte que a veces regateamos. Pero esta profesión y la magia misma se están desgastando, Mérida necesita recuperarla, los meridanos necesitamos volvernos a ilusionar, a creer y entender que nada es imposible. Lo mejor de ser mago es que uno nunca para de sorprenderse, no hay nada como ver la alegría concebida tras un show y a los niños tratando de imitarte. 

Como Círculo de Ilusionistas del Mayab, con la facultad que tenemos de sorprendernos, queremos contagiar de buena vibra a nuestros vecinos y con ello devolverle a Mérida toda la magia que se merece.  

El próximo domingo 31, durante la Bicirruta, todos los magos de la ciudad saldremos a las calles para compartir un poco del arte que tanto nos apasiona y al cual poco se recurre; luego, a las 19:00 horas, la cita será en el Olimpo, donde se presentará un evento de gala que hará vibrar a nuestra ciudad.