Digno retiro de Benedicto XVI

“Ya no tengo fuerzas”, confiesa, lo cual no solo es suficiente sino La Gran Razón para ejercer su derecho y deber a renunciar muy bien.

|
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

De manera por demás explicable, inteligente y encomiable, Benedicto XVI dice adiós a su pontificado.

“Ya no tengo fuerzas”, confiesa, lo cual no solo es suficiente sino La Gran Razón para ejercer su derecho y deber (obligación) a renunciar muy bien, consciente de que se le agotan las capacidades para ejercer el cargo.

Le pone fecha y hora a su retiro: 28 de febrero, a las ocho de la noche.

Si bastó que despojara del papal manto protector al depredador sexual Marcial Maciel, hasta dejarlo encuerado para diferenciarse radicalmente de su predecesor, Juan Pablo II, su renuncia lo distingue de cuanto Papa ha habido en los últimos 600 años: es el único que se ha atrevido a ser consecuente con el más elemental sentido común, en vez de aferrarse hasta la muerte al colosal poder que suelen ejercer los jefes de la Santa Madre, muchos de los cuales, en vez de pastorear a su tumultuario rebaño, dan el patético espectáculo de vivir su decrepitud como virtuales títeres de la burocracia vaticana.

Ojalá que cuando muera se le honre tanto, o más, que a cualquiera de sus antecesores.

Lo más leído

skeleton





skeleton