Dime con quién andas...

Definitivamente el buen o mal trabajo de los funcionarios repercute en la imagen del gobierno.

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Una de las principales razones por las cuales la ciudadanía no confía en los políticos es porque pocas veces ven resultados, es decir, políticos vienen y van y la calidad de vida de la gente sigue igual, con los mismos problemas y las mismas necesidades. Es por eso que en el ámbito de la imagen y percepción pública, para un gobierno es fundamental hacer programas cuyos beneficios sean palpables para la gente.

En el Gobierno estatal actual la verdad es que no hay muchos de esos, por eso ha llamado mi atención el llamado Recicla por tu Bienestar, que lleva a cabo la Secretaría de Desarrollo Social. Estábamos acostumbrados a las descacharrizaciones, que además de ser un trabalenguas muy poco atractivo, no motivaba mucho a participar. Ahora, con este programa, se incita a la gente a que cambie sus cacharros por bonos que pueden intercambiar por artículos de primera necesidad. Es decir, se hace un trueque de basura por despensa. Suena bien, ¿no? Otro punto a favor es que se está realizando en todo el estado, contrastando con el descontento de la gente que se queja de que a los municipios no les llevan programas ni ayudas.

En un gobierno que se ha dedicado a reorganizarse y saldar deudas, es muy bien visto un programa que está trabajando con la ciudadanía y generando buena percepción. Eso es algo que Nerio Torres sabe hacer muy bien; mientras estuvo al frente del Isstey llevó a cabo varios programas de apoyo a los trabajadores y pudo conformar un buen equipo de trabajo y de seguidores. Lástima que como candidato se olvidó de la campaña en tierra.
Definitivamente el buen o mal trabajo de los funcionarios repercute en la imagen del gobierno.

Puede parecer exagerado pero la verdad es que tiene mucho sentido. Una reputación tarda años en construirse, pero es muy fácil destruirla en segundos y con los políticos tenemos ejemplos de sobra. El problema es que muchos funcionarios no asimilan que están representando a la autoridad y que son una extensión del gobernador o presidente municipal. Si un funcionario hace burlas o comentarios discriminatorios, por añadidura se entiende que el gobierno avala esas actitudes. Así, tenemos gobiernos intolerantes, irrespetuosos y poco profesionales.

Me da mucha pena cada vez que un policía detiene un automóvil nada más por tener placas foráneas. Es una atrocidad que las autoridades declaren que en una comisaría hay mucha delincuencia porque hay asentamientos de gente de fuera. Es inaceptable que un servidor público ocupe arbitrariamente un lugar para discapacitados. Es muy lamentable que un empleado de primer nivel se dedique a publicar chistes y fotos burlándose de las creencias de la gente.

Todas las anteriores son una falta de respeto para los ciudadanos, para sus gobiernos y para el cargo que ostentan. ¿Cómo quieren que los recuerden en unos años? Lo que hagan hoy influye.

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