Dios no cumple antojos, ni endereza jorobados

Si hay pobreza, que no se note, reza el dicho popular y, si usted me lo permite, la falta de recursos se puede suplir con imaginación, ingenio y capacidad de...

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Si hay pobreza, que no se note, reza el dicho popular y, si usted me lo permite, la falta de recursos se puede suplir con imaginación, ingenio y capacidad de gestión. Sólo es cosa de saber qué es lo que se quiere lograr y echar mano de todo lo que esté al alcance para cumplirlo. Sucede en millones de hogares de este país, asociaciones civiles se arman de creatividad para continuar en pos de sus objetivos y no tendría por qué ser la excepción un organismo tan importante para la sociedad como lo es el Consejo para la Juventud y el Deporte de Quintana Roo (Cojudeq).

La crisis que registra este ente de la administración pública va más allá del problema financiero que afronta el planeta. Aquí, al profe

Normando Medina Castro le ha faltado interés por sacar adelante el deporte en el estado, abandonó las filas de los comprometidos con el proyecto de gobierno de Roberto Borge Angulo, y se dedicó a lo suyo, a la grilla, a intranscendentales actos que denotan su falta de vocación y perfil para tan importante encargo.

Si hablamos de instalaciones deportivas, nada más las de la capital, nos encontraremos con una alberca semiolímpica de aguas amarillentas en la Unidad Deportiva Bicentenario; otra con aguas verdosas en la fosa de clavados, parches en la alberca del Nohoch Suku’un, falta de mantenimiento en general y escasez de todo, menos de viáticos y gasolina para costear sus frecuentes ausencias.

Entre tanto, el ambicioso proyecto del de-porte de alto rendimiento se resquebraja en todos los sentidos, con una directora del área académica, Ana Hadad Jiménez, que más me gustaría para celadora de algún centro de rein-serción social que para vigilar que los jóvenes atletas equilibren su desempeño deportivo con un aceptable nivel cultural, porque eso de que los muchachos del Centro de Alto Rendimiento Deportivo ocupan los primeros lugares en aprovechamiento escolar no es más que una farsa de la que el profe Medina ha sido cómplice consu apatía y falta de criterio.

Y no es algo personal. Se trata de lo que a todas luces es una administración fallida del deporte, del potencial de los entrenadores menoscabado –los cubanos, condicionados al silencio por su calidad de inmigrantes–, tanto como las jóvenes promesas de diferentes disciplinas que, al igual que sus instructores, han recibido ofertas de otras entidades federativas donde ser medallista no es sinónimo de “figura ornamental” para eventos públicos, sino sujeto del irrestricto apoyo para cultivar a un ganador en todos los frentes, un futuro ejemplo para las nuevas generaciones.

Sin posibilidad de fogueo, con equipamiento arcaico y desgastado por el uso, en ocasiones sin uniformes y con remedos de preparación académica, estos atletas que hoy son orgullo para sus familias y para los quintanarroenses, están condenados al fracaso, salvo honrosas y económicamente bien blindadas excepciones.

No se necesita una bola de cristal para saber que dentro del próximo paquete de relevos en la administración pública estatal, el profe Medina tendrá que buscar algo mejor qué hacer, porque de servidor público no tiene nada. Estaría bien que se llevara a la directora Hadad con él. Harían gran mancuerna lejos, muy lejos de la juventud quintanarroense.

Pero mientras esto sucede, usted que es padre o madre, o ambas cosas, de alguno de estos valores deportivos, no se distraiga del hecho de que muy pocos atletas logran consumar su carrera y vivir de ello. Eche un vistazo a los cuadernos de la escuela, observe los exámenes de opción múltiple con respuestas tan obvias para elegir, que hasta un niño de primer grado de educación primaria pudiera resolverlo con éxito.

Anticipando lo inevitable, las autoridades pudieran aprovechar para ajustar estándares, sacar el mejor provecho a lo que ya hay e intentar la gestión entre algunas instituciones e, incluso, el patrocinio de empresas privadas

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