Doble perdón

Fue un gran paso el de pedir una disculpa a nombre de las Fuerzas Armadas y ya es un precedente para que las instituciones empiecen a aceptar que todos tenemos errores y que es más grave saberlos y no admitirlos.

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El Ejército pidió una disculpa por actos de tortura que cometieron militares. Todo como resultado de la condena pública a un video que se hizo viral y en donde soldados y una policía federal torturan a una mujer para hacerla hablar. Imagínese la escena: una mujer está llorando mientras una agente federal le pone una bolsa en la cabeza para asfixiarla y dos soldados ayudan a la torturadora. Cuando le quitan la bolsa a la mujer le preguntan si ya se acordó y si ya va a hablar. Eso sin contar las amenazas con las armas y los golpes que le propinaron. 

La sociedad se escandalizó y empezaron las críticas de instituciones, de personajes públicos, de asociaciones internacionales.

Hasta que Salvador Cienfuegos, titular de Sedena, en un evento con más de 25 mil militares, condenó los actos y pidió “una sentida disculpa a toda la sociedad agraviada por este inadmisible evento”.

Y ese hecho único ha generado una serie de comentarios que le hacen a una pensar que de verdad la gente nunca está contenta. Primero fueron las condenas por la tortura, pues porque nadie está de acuerdo con esas prácticas. Luego nos enteramos que la mujer torturada en cuestión es una integrante del grupo delincuente La Familia Michoacana. Entonces la gente empezó a decir que se lo merece y que qué bueno que la hacían sufrir.

Luego está el binomio: ¡Qué malditos los del ejército que siempre hacen lo que quieren! ¡Qué ridículo el secretario!, ¿de qué nos sirve una disculpa? Entonces, queremos que sí se hagan cargo de esas actitudes, pero al mismo tiempo no lo queremos. 

Es como el caso del robo a la camioneta que traía el dinero de Sedesol para pagar los apoyos de 65 y más. Los comentarios giraron en torno a: Ladrón que roba a ladrón; de todos modos nunca llega a quien lo necesita; que la Gaviota lo reponga… 

O aquellos casos recurrentes que demuestran nuestra total doble moral, que en público condenan cuando se usan palancas para otorgar créditos o apoyos, pero por inbox le están mandando al político una larguísima carta pidiéndole que tenga piedad y le libere un crédito a su familiar aunque no cumpla con los requisitos. Pues así no se puede, señores.

Como aquella vez que dije que los ciclistas debían usar el casco siempre y alguien me contestó que no, porque el casco era un medio de corrupción. O sea, que los policías les piden mordida porque no traen puesto el casco… Ya nos perdimos en las miles de perspectivas y nos quedamos en lo que nos conviene. 

Fue un gran paso el de pedir una disculpa a nombre de las Fuerzas Armadas y ya es un precedente para que las instituciones empiecen a aceptar que todos tenemos errores y que es más grave saberlos y no admitirlos ni enmendarlos. Que ese sea un ejemplo para las corporaciones policíacas locales, con respecto a las revisiones en los retenes, por ejemplo. Pero yo sólo digo.

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