Don Prosicasio Canché y el idioma

El español basta para expresar todas las ideas y hace innecesario utilizar majaderías y expresiones vulgares.

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Don Prosicasio Canché, oriundo de Nezahualcóyotl, estado de México, y avecindado en la colonia Emiliano Zapata Sur, en la ciudad de Mérida, hace un alto en su exposición y aprovecha para contemplar a su auditorio. 

Saborea despacio un vaso de Sidra Pino y agrega: −La campaña educativa nacional debe insistir entre sus principales compromisos en que la población  prefiera palabras decentes,  evitando al hablar o escribir el uso de términos altisonantes. 

Con lo amplio que es el idioma español basta para expresar todas las ideas y hace innecesario utilizar majaderías y expresiones vulgares. 

Lo anterior es posible siempre y cuando los habitantes sean tratados con pluralidad y la información que se vierte en los medios no tuviera tanto parecido al contenido de la  cubeta del trapeador.

En un interesante estudio realizado por don Externo Opinón en personas que no terminaron la primaria, el 95% hace un rechazo total al uso de anglicismos recientemente adoptados por los comunicadores, que insisten, a fuerza de machacarlos día y noche, en que los ciudadanos los incluyan en su vocabulario. 

He aquí algunas respuestas de los entrevistados: “Si no soy tonto. Ya entendí que gay quiere decir maricón en inglés. Lo que pasa es que a mí ese idioma nomás no me entra”. “Mi mamá me tiene prohibido usar la palabreja bullying. Que no copie lo malhablado de los pelados que dan las noticias o salen en los programas de la televisión”

 Y es que, con toda justicia –agrega don Prosicasio- es inoportuno desmotivar léxicos que a cambio de su ambigüedad no tienen reemplazo. 

Por ejemplo, “pendejo” puede ser vulgar, corriente, pero no hay otra mejor que defina la amplia gama de posibilidades que abarca. De ahí su extenso uso. 

Omitirla implicaría usar casi diez a uno, y ningún mexicano tiene tiempo de decir tantos vocablos en su conversación cotidiana. 

Algo así como el socorrido fuck usado hasta la saciedad en las películas galardonadas con el Óscar, tan aplaudido por los académicos, tolerado por los puristas del lenguaje y nunca objetado por los políglotas por ser una expresión norteamericana.

Dada la brevedad de este espacio, amable lector, seguiré platicándole la próxima semana de otros pormenores de la amable conferencia dictada por el señor Canché en el local de usos múltiples al sur de Mérida. 
¡Vaya biem!

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