Donde una puerta se cierra, otra se abre

Fernando Reyes Ponce encabeza el último relato de su libro La confesión y otras historias, alucinante, ameno e irreverente recorrido con personajes de la Mérida de su generación.

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Teniendo como epígrafe las palabras del Quijote: “Donde una puerta se cierra, otra se abre”, pronunciadas después de ser “abatanado” en los molinos de viento, Fernando Reyes Ponce encabeza el último relato de su libro La confesión y otras historias, alucinante, ameno e irreverente recorrido con personajes de la Mérida de su generación. 

Gratamente abatanado como Don Quijote y Sancho tras la lectura de este conjunto de relatos de prosapia cien por ciento yucateca, leo los dos últimos capítulos que, al decir de Carlos Peniche Ponce en el apetitoso prólogo, cuya lectura hace inevitable devorar el libro, contiene “dos crónicas autobiográficas excelentes en las que figuran virtudes narrativas… un desparpajo satírico… y un bronco humor… así como reflexiones existenciales que calan hondo en el ánimo del lector.”

Ello sin merma de los otros relatos, efusión de ocurrencias que brillan entre lo cáustico y lo sicalíptico y se disfrutan gozosamente. Muestran, dice Carlos Peniche, “una buena dosis de humor en su faceta de mofa y de sarcasmo, rasgos muy propios  en la pubertad y la adolescencia yucatecas, pese a que su vigencia ha venido declinando desde los años setenta del pasado siglo…”

El libro refresca nuestra proverbial tradición humorística y contribuye a crear la memoria común, junto con la casi perdida costumbre general de recordar por escrito, en broma y en serio, que nos hizo famosos como auténticos y prolijos cagatintas, en el mejor y no peyorativo sentido del término. 

Ofrece un delicioso recorrido en el que podremos sin dificultad ubicar nuestros propios recuerdos. La Perfecta, escuela en la que transcurren algunos de los relatos juveniles es, sin duda, La Modelo, y en más de un personaje evocaremos “tipos” y personajes ya legendarios, sin menoscabo del margen de ficción y libertad narrativa que tienen.

Como botón de muestra, el “Tanque” Bárcenas, reconocido médico, aparece aplicando sus también famosos tratamientos eléctricos; yo recuerdo sin esfuerzo a mi tío psiquiatra, que a mí, afortunadamente, me curó las jaquecas muy lejos de los enchufes, solamente hablándome de las piernas de la tía Carola, en su tiempo las más bonitas de Mérida. 

Recuerdo que cuando en 1983 el siempre recordado Raúl Maldonado publicó en dos tomitos La historia regional yucateca en anécdotas picantes, del Dr. Jesús Bolio López, pseudónimo del polifacético Lic. Manuel Pasos Peniche, fallecido dos años atrás, parte de la celebración era que muchos de los aludidos aún vivían y se estarían enterando quién fue el autor de alguna anécdota o panfleto en que aparecía.

El  prólogo lo hizo entonces el Dr. Carlos Urzaiz Jiménez y es una joyita que recapitula la larga tradición humorística yucateca. Don Carlos podría haber incluido en él, muy honrosamente, el libro de Fernando Reyes Ponce. 

El texto circuló en una edición restringida, pero su autor está a punto de brindarnos una versión electrónica de la que estaremos pendientes siguiendo su cuenta twitter.com/fer195o. Anímese.

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