Dones literarios
Hoy nos referiremos a un conjunto de breves relatos de Ángeles Mastreta a los que denomina dones.
Ángeles Mastreta, escritora y periodista, publicó en 1985 Arráncame la vida, consiguiendo el Premio Mazatlán de Literatura; en 1995 publicó Mal de amores, obteniendo el Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos.
Autora traducida a más de diez idiomas, y muy leída por sus lectores, es un referente para la crítica literaria de nuestros días.
En el género del relato, es fundamental su obra Mujeres de ojos grandes, de 1990. Y es precisamente la figura femenina a la que con mayor frecuencia recurre al configurar estéticamente a sus personajes y a sus narradores.
Hoy nos referiremos a un conjunto de sus breves relatos, a los que la autora denomina dones; prosa rebosante de poesía, a partir de la cual se nos presentan aptitudes humanas que nos invitan a la reflexión sobre temas diversos: amor, muerte, olvido, paso del tiempo, diálogo, movimiento.
Los relatos están escritos pensando en sus lectores, a quienes invitan a ser cómplices a través de la interpretación.
Las historias están elaboradas de manera iconográfica, simulando conversaciones, combinando susurros y silencios, sumando ideas y pensamientos.
Los dones son: don de lengua, don de lágrimas, don de tiempo, don de sobrevivencia, don de audacia, don de olvido.
Estos seis dones van precedidos por otro relato, denominado Los conversadores.
Escuchemos una parte de su conversación:
“Yo vengo de un tiempo humano, cada vez más remoto, en el que conversar era el don, el privilegio y la costumbre más encomiable… No hay necesidad de trámite, ni de credenciales ni de registros para ser un buen conversador. La única seña está en la facilidad con que traban cercanía y descubren sus emociones, dudas, pesares y proyectos como quien desgrana un rosario”.