Economía y gasto público

En el momento en que escasea la inversión privada, apretar la inversión pública sólo contribuye a agudizar la crisis.

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No es necesario recurrir a las cifras macroeconómicas para descubrir que algo no anda bien con el desempeño de la economía mexicana. Basta constatar la situación en nuestras familias, donde la mayoría subsiste gracias a los ingresos de quienes todavía conservan sus empleos y no pocos se ven obligados a aceptar las condiciones de informalidad a cambio de un ingreso mínimo y errático. O, también, con observar la situación de las pequeñas y medianas empresas que, ante la estrechez del mercado, tienen verdaderas dificultades para conservar su capacidad productiva.

Prueba de que esta situación no depende de factores locales exclusivamente es la amplia manifestación de conflictos sociales que afloran cotidianamente en los diversos puntos del orbe, como sucede, a pesar de tener la mayor tasa de crecimiento continental, en Brasil, con pretexto de la Copa Confederaciones, y los no tan novedosos de los países  europeos: España, Grecia, Italia y Portugal, donde el desempleo, lejos de ceder, parece agudizarse.

Sin embargo, a pesar de las dificultades económicas globales, a nivel local cada país tiene la posibilidad de establecer una estrategia para afrontarlas de manera exitosa o para atenuar sus efectos. Lo importante es dejar de insistir en políticas que han probado su ineficiencia, tales como los insufribles recortes presupuestales y el deterioro de las prestaciones y los ingresos de los trabajadores, lo que al jugar para la reducción del mercado interno inevitablemente conduce a un mayor desempleo.

Así lo reconoció hace poco, de manera inopinada, Christine Lagarde,  del Fondo Monetario Internacional (FMI), cuando le reprochó a los Estados Unidos haberse infligido -por presión del Partido Republicano-  una política de restricción del gasto público, que no estaba obligado a adoptar.

Y resulta lógico, pues, en el momento en que escasea la inversión privada, constreñir la inversión pública sólo contribuye a agudizar la crisis. De ahí las críticas de los organismos empresariales al ya proverbial subejercicio presupuestal de los gobiernos mexicanos, cuyos efectos en el primer semestre de este año prendieron focos rojos en la industria de la construcción, la mayor generadora de empleos, directos e indirectos.

De ahí la importancia de la Reunión Nacional de Comunicaciones y Transportes que hace unos días Peña Nieto encabezó en Yucatán, donde instruyó al secretario del ramo a eliminar el subejercicio presupuestal y anunció una inversión de 310 mil millones de pesos, este año, en obras de infraestructura que, además de estimular la actividad económica y el mercado interno, indudablemente incrementa nuestro nivel de productividad.

Los avances de la ampliación a cuatro carriles de la carretera Mérida-Chetumal y del Tren Rápido Transpeninsular son, sin duda, las noticias más importantes para la región.

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