Efímera y amarga gloria

La gloria no se alcanza con trofeos o premios, la gloria se alcanza con trabajo tesonero, productivo, sostenido, con beneficios para el colectivo, cual huella imborrable.

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Hay personas que al alcanzar fortuitamente un triunfo lo disfrutan como gloria inagotable y en poco tiempo solamente la foto queda de ese ayer -cual vetusto monolito- , que por ineficiencia y apatía tristemente “allí quedó”. Como entonaba José José en sus mejores tiempos: “Ya lo pasado, pasado/no me interesa”. 

Lo anterior viene a colación porque, en reciente reunión, los amigos charlábamos sobre el recuento de logros a través del esfuerzo cotidiano en nuestros poco más de tres décadas de ejercicio profesional. Generalmente la prudencia envolvía el ambiente al escuchar el anecdotario de algún colega, a sabiendas de que lo expresado ni por error se acercaba a los triunfos reales que  nuestro gremio conocía. Valores, como humildad y modestia nos fueron inculcados por los maestros de la medicina yucateca. 

Qué contraste con “algunas” generaciones más recientes, donde lo que menos existe son los valores enunciados, ocupando el escenario la  fanfarronería, lisonja, soberbia y vileza humana. Más de uno conocerá que, como gloria, se ufana y disfruta. En la Biblia se les cita como los pobres de espíritu.

A pesar de ello, recientes eventos me han despertado nuevamente la esperanza  y confianza en la actual generación, de la que emergen talentos yucatecos, dando triunfos que enaltecen a la tierra del Mayab. Damos cuenta en ciencias básicas, matemáticas y otras áreas de lo logrado allende fronteras, ante la vista del mundo -gracias a los medios de comunicación-, sin duda digna victoria. Y lo destaco, toda vez que muchos alcanzan triunfos desde un escritorio, sin a ciencia cierta saber la cantidad de maquillaje que lo enviado cargaba. Como victoria pírrica, diría mi abuelo.

Efectivamente, amable lector, en los tiempos que transitamos, arar los pisos de largos pasillos de poco sirve si al final de la jornada ni resultados entregas.  La gloria no se alcanza con trofeos o premios, la gloria se alcanza con trabajo tesonero, productivo, sostenido, con beneficios para el colectivo, cual huella imborrable. No “cuchicheando y sembrando discordia”, que envilecen tu efímera existencia ante los ojos de la minoría limosnera. “Se hace camino al andar”, nos recalca el poeta andaluz Joan Manoel Serrat. 

Con lo anterior, quiero dejar claro que nuevas generaciones no contaminadas con los des-valores se van erigiendo de forma sólida y ejemplar, con lo que nos intentan decir que hay que olvidar a personajes oscuros, de los cuales quedará tal vez una gloria amargada de dudosa probidad. Como cantaba el grupo Mocedades: “La gloria eres tú”, y mi generación cree en ti. Gracias.

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