En esta época, pasada la fiesta del 24 de diciembre, con más de dos tercios del puente Guadalupe-Reyes recorridos y dando una vuelta vacacional por las bellísimas ciudades de Guanajuato y San Miguel de Allende, lo que procede es mirar hacia el año que comienza y atisbar en lo que nos depara esta nueva vuelta del calendario.

El 2013 que arranca se caracterizará por el primer impulso para el desarrollo de dos proyectos que, rumbo al año 2018, derivarán en las dos nuevas ofertas que se encontrarán frente a frente en la siguiente disputa por la Presidencia de la República.

Como priista, Enrique Peña Nieto está obligado a impulsar una gestión que le garantice la continuidad en Los Pinos tras arrebatársela a Felipe Calderón. Y Miguel Ángel Mancera, desde la jefatura de Gobierno del Distrito Federal, debe encabezar una gestión que haga viable y competitivo a un centro-izquierda que, como apuesta inicial, tiene ya a Marcelo Ebrard como primer precandidato.

En la línea que sigue vienen Andrés Manuel López Obrador y su Morena, que harán todo lo posible por polarizar y generar violencia sin hacerse responsables de ella, como ocurrió con los desmanes del 1 de diciembre.

Muy cuesta arriba se ven las cosas para el PAN, donde su dirigente, Gustavo Madero, tiene la firme intención de desterrar a un calderonismo que jugará un papel muy similar al de los propios peñistas en la legislatura pasada del Congreso, intentando parar todas las iniciativas del nuevo gobierno.

Atrás están Concertación Mexicana, que intentará arrancarle al lopezobradorismo y al PAN todos los apoyos y votos posibles; el PT y Movimiento Ciudadano, que seguirán a El Peje mientras les deje votos y prerrogativas, al igual que el Partido Verde con el PRI.

Al final, lo que debemos esperar es cómo gobernarán Peña Nieto y Mancera. ¿Lo harán solo para conseguir los recursos para empujar sus proyectos políticos o ejercerán el gobierno para dar resultados y ganarse el apoyo ciudadano? Habrá que ver.