El 68 de Raúl

La sangre embarrada en la pared. Un hilito rojo junto al párpado. La cortada le bañaba de color vino todo el rostro.

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Eran muchos, a pie, riendo por Reforma, Juárez y Cinco de Mayo. Muchachos y muchachas: estudiantes del brazo en manifestación, alegres, como en feria, sin saber que el dos de octubre serán blanco de las balas y quedarán hinchándose bajo la lluvia: la noche de Tlatelolco fue la historia contemporánea más lamentable del México olímpico.

Cercaron la Plaza de las Tres Culturas, esas ruinas prehispánicas testigo de la tragedia: levantaron los cuerpos y desaparecieron a los estudiantes. El zapato, la camisa, el suéter, quedaron en el suelo. Nadie vio, nadie supo, nadie quiso informarlo, ni Jacobo Zabludovsky: 5 de agosto, 13 de agosto, 27 de agosto, 13 de septiembre… Para el 2 de octubre, velas, cempazúchitl… ¡México, libertad! ¡México, Libertad! ¡México, libertad!

“Hemos sido tolerantes hasta excesos criticados, pero todo tiene un límite y no podemos permitir ya que se siga quebrantando irremisiblemente el orden jurídico, como a los ojos de todo el mundo ha venido sucediendo”… ¡Era el presidente amante de la Serrano!

“El contenido político no se lo dan las palabras sino las actitudes. Yo no creo en las palabras. Los priistas usan un lenguaje revolucionario, emplean términos muy avanzados, y sin embargo un campesino, sin palabras, sin lenguaje, con su sola actitud, es más revolucionario que todos nosotros juntos”: sí, tienes razón, Raúl Álvarez Garín.

Estudiante del Politécnico, vivía por allá, cerca de su escuela, sus vecinos y el trabajo. Su mujer también era del Poli: ahí nacieron sus hijos. Quisieron defender todo aquello en que creían. Son de familias de obreros, de gente que trabaja siempre, y duro...Raúl se fue apenas a unos días de cumplir 46 años del 68, un parteaguas de la represión política en México.

Ya para el 23 de septiembre el gobierno ordenó fusiles M-I para los policías. No podían con la fuerza de los estudiantes.

La sangre embarrada en la pared. Un hilito rojo junto al párpado. La cortada le bañaba de color vino todo el rostro. Eran, creo, las 6:15 cuando empezó el tiroteo. Y todavía la gente se pregunta: ¿Quién? ¿Quién ordenó esto?

Raúl se fue con anhelos e ideales, sin armas. Ideales: lo más peligroso para el gobierno. Porque una idea despierta a cientos o a miles de personas.
Si tiene dudas lea la novedad de este año: La noche de Tlatelolco, de Elena Poniatowska, sin desperdicio de verdad.

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