El costo de la inacción

El periodo comprendido entre el año 2009 y el año 2012...

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El periodo comprendido entre el año 2009 y el año 2012, cuando trabajaba para el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), fue uno de los de más aprendizaje en mi vida profesional; el tener una red de más de 5 millones de personas trabajando en más de 100 países me dio acceso a una cantidad impresionante de información, mucha de la cuál aún utilizo en estos días, y también mucha que aún no termino de asimilar, lo que significa que uno nunca deja de aprender… ni si quiera debe planteárselo.

Y uno de los conceptos que más llama mi atención y que sigo pensando cada vez que existen conflictos en el país por temas ambientales, sociales, de educación, de violencia y hasta de democracia, es el costo de la inacción.

Es claro que el modelo de desarrollo que tenemos a nivel global es un modelo que no considera dentro de sus costos los impactos que se generan en el medio ambiente y la sociedad (llamados externalidades), y que es necesario un cambio en la manera de entender y aprovechar los ecosistemas y de generar beneficios a nivel local de forma más evidente; y hay esfuerzos interesantes que buscan ya entrar a este camino de un modelo económico más justo y equitativo.

Pero en el inter, necesitamos seguir trabajando por lograr un desarrollo sustentable en nuestro país; y ojo, cuando hablamos de sustentabilidad también hablamos de inversiones, de generación de empleos, de infraestructura y de opciones de ingresos para familias que en varias zonas del país no encuentran oportunidades de mejorar su calidad de vida. Claro que hay que hacerlo con responsabilidad y cuidando los recursos, pero no podemos simplemente dejar de hacerlo, porque eso también tiene un costo.

Les comparto algunos datos interesantes de un estudio que realizó la Facultad de Turismo de la Universidad Anáhuac llamado “La huella del turismo”: sin turismo, México perdería 8.5% de su economía (PIB), el consumo privado de los mexicanos disminuiría 12.8%, dejaríamos de recibir un flujo de 17.5 mil millones de dólares, el déficit en la balanza corriente se incrementaría 29.6% adicional, perderíamos 7% de los empleos del país, se perderían 58 mil millones de dólares de ingresos no en los hoteles de inversión extranjera, sino en las PyMEs que proveen insumos a toda la cadena de valor, y Quintana Roo tendería a igualar las condiciones de marginación y rezago social del sureste de México.

Por otro lado, en temas relacionados con cambio climático, es claro que las inversiones que debemos hacer hoy para mitigar nuestro impacto y adaptarnos a los efectos son millonarias, pero de no hacerlas, México podría sufrir daños equivalentes al 2.5% del PIB hacia el año 2050, de acuerdo a datos publicados por AXXA Seguros, aunque hay otros datos que indican que podría llegar hasta el 5% a nivel global. ¿Se imaginan lo que esto provocaría en un país cuyas previsiones de crecimiento este año se estiman en 2.4%?

Entonces la pregunta del millón: ¿cómo seguimos generando desarrollo y beneficios económicos a nuestro estado y al país, al mismo tiempo que restauramos ecosistemas importantes, conservamos los que ya existen, y generamos un sector más inclusivo, diversificado y con mayores beneficios?

Yo sigo pensando y seguiré aportando lo que pueda para hacer esto posible; continuaré escribiendo, capacitando, generando incidencia, criticando cuando sea necesario, generando soluciones innovadoras y tratando de implementar un nuevo cambio de modelo que por supuesto, no resolverá todos los problemas inmediatamente, pero que sí puede incidir en cosas muy puntuales en el corto plazo, y que en el mediano plazo nos dará un destino competitivo y sustentable.

Estar del lado de la inacción en todos los sentidos y en todos los sectores, significa asumir un costo, un costo que no tan solo perjudica a uno o a otro, sino que nos afecta a todos.

Actuemos, desde nuestra trinchera, informados, con datos certeros pero sobre todo, con soluciones.

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