El cuento de una “idea”

El melómano dio orden a su organismo para que de inmediato cada uno de sus sentidos se pusiera a trabajar.

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Cuenta la leyenda que un buen día, en la mente de un loco amante de la música, empezó a tomar forma una “idea”, que contenía la grafía que formaba letras y, a su vez, iban agrupándose para formar palabras, que al mismo tiempo daban vueltas para crear frases coherentes… con sentido.

Estas oraciones, al ir tomando forma en la imaginación de nuestro melómano, al mismo tiempo cambiaba y experimentaba con las frecuencias, mismas que lograban notación musical, se acoplaban, repetían, brincaban, alargaban, acortaban y un sinnúmero de combinaciones lograban…

Cuando al fin se ordenaron en una secuencia concreta, el melómano dio orden a su organismo para que de inmediato cada uno de sus sentidos se pusiera a trabajar; con la vista ubicó las herramientas, con el olfato reconoció el aroma de su estudio, con el gusto, el sabor a nicotina y cafeína que estimulaban la “idea” que iniciaría su proceso; al final, el uso paralelo del oído y el tacto pondrían fuera del cerebro, y en sus manos, la codificación y decodificación de esa información… “la idea”.

A través de un sistema eléctrico veloz y exacto que usa y manipula símbolos o datos, para procesar y producir resultados, bajo el orden y dirección de programas de instrucciones almacenados en su memoria física… un computador.

Éste transforma la “idea” en información que ya procesada y plasmada, cual lienzo de un artista en la pintura, a través de sonidos, logró el mensaje, la pieza, el tema… la “idea” en otro entorno.

“La idea” en datos es llevada al difusor, una estación de radio, que al procesarlos de nuevo, a través de circuitos electrónicos, y transformándola nuevamente para llevarla por medio de microchips, resistencias y transistores, convertida en energía a la antena emisora radial, se entrega viajando en el aire por medio de microondas y atravesando paredes, muros y cañerías… así llegará hasta la antena receptora de la señal… tu radio… y en un nuevo proceso de decodificación, nuevamente la convierte en energía, a su paso por más circuitos que llegan a una bobina de una bocina, que al vibrar emite nuevas frecuencias y ondas en el aire que llegan hasta tus oídos, donde las señales son codificadas y transformadas en impulsos electroquímicos que se propagan por el nervio acústico hasta llegar al cerebro, donde se interpretan como notas musicales, oraciones, palabras, letras y el sentido más puro de la grafía de cada símbolo y forma… Así, la “idea” de este loco… llega a la mente de otro… y todo tiene sentido.

…Groove on!

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