Vidulfo Rosales, abogado del Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan, dijo el martes en MILENIO Tv que la Policía Federal aplicó el viernes un “dispositivo aparatoso” en la autopista México-Acapulco.
Pues… sí.

Tan aparatoso, vale añadir, como aparatoso el tumultuario cierre de la carretera por los activistas de la contrarreforma educativa.

Firmado precisamente por Tlachinollan, Centro de Derechos Humanos de la Montaña, en internet puede leerse Una represión anunciada, texto faccioso en el que enaltece la grilla en cuatro estados “donde el movimiento magisterial democrático está en pie de lucha”.

Vidulfo y su agrupación ven el pulcro desalojo al revés y desde luego ni mencionan que Espartaco hizo valer los derechos de tránsito de quienes viajaban por esa autopista.

Para Rosales, el operativo cometió la “violación” de “no dar diálogo a los actores sociales”, cuando lo verificable es todo lo contrario, pues los protestantes no quisieron dialogar.

La lógica de la ONG y su abogado es tan absurda como acusar a un golpeado de lastimar el puño de quien lo golpeó…