El descenso de los semidioses

Hace varias décadas el PRI desarrolló la evolución corporativa de todos los sectores sociales

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Nunca antes las corporaciones políticas habían alcanzado su dimensión actual tal como refirió la democracia en el proceso electoral pasado en Quintana Roo, donde se desplazó al PRI con la alianza PAN-PRD. Desde entonces la balanza se ha inclinado cada vez más en la dirección de estas últimas banderías, gracias a un proceso de megafusiones de colores, signos e ideologías atípicas.

En Quintana Roo hace varias décadas el PRI desarrolló la evolución corporativa de todos los sectores sociales, según en la cual las agrupaciones que lo integraron habían pasado del liderazgo popular y carismático de sus fundadores a las expectativas con dirigentes tecnocráticos.

Ello corresponde en parte a la realidad de la política actual, donde figuras de gran fuerza electoral como, Carlos Joaquín González, domina sin cortapisas esos emporios políticos que ahora le acompañan. Correspondió al hecho del consenso ciudadano con el voto depositado en las urnas para avalar la llegada de la alternancia.

Lo anterior se tradujo en una conectividad con los ciudadanos que ha llegado a ser cuantificada políticamente como fusión excelente. También fue la llegada de diputados de esos varios signos al Congreso del Estado y en los bailíos, Othón P. Blanco, Solidaridad y Cozumel.

Esos corporativos combinados no sólo suelen compartir una visión similar en el mundo de la política, sino porque tienden a apoderarse consecutivamente de los espacios de las instituciones donde se congregan como si estuvieran reservados para los semidioses del Olimpo.

Los quintanarroenses tienen cinco meses de soportar los desdenes de esos semidioses, verbigracia, los diputados soslayan las demandas de la gente o con sus rechazos en el proscenio legislativo, aunque los legisladores tengan el derecho de la postura constitucional como representantes populares, Vox Dei, disfrutando de magnificencias crematísticas a cargo del erario, pero aun así han abandonado al pueblo que los hizo ser.

Se vislumbra una ambición enceguecedora la participación de los partidos políticos del Estado para imprimir aliento a sus seguidores, dirigentes y diputados, alineados para seguir obedientes el vaivén de la batuta y no para atender las demandas de carácter social y económico de los ciudadanos con el derecho de progreso y bienestar.

Se suma ahora al grupo de partidos políticos en el Estado, el movimiento de "El Peje" con Morena, que llega a gran velocidad casi alcanzando a los punteros. A juzgar por los bajos niveles de popularidad y de credibilidad de los partidos del patio,

Morena, a contraposición de los partidos tradicionales y satélites, se asoma hacia la meta en las carreras electorales del 2018.
Ahora se le apuesta al jinete, y no al caballo como tradicionalmente antes se acostumbraba en el hipódromo electoral.

 Pobres diputados ricos

Resonaría a revuelo actual lo que causaba efecto de antipatía cierta deidad griega que emprendía con el dispendio y extravagancias que presumía en el andar en los caminos para llegar al Olimpo, reino de dioses y semidioses. Ello implicaba dejar abandonado al pueblo, aun con el riesgo de someterse al escrutinio público.

En el discurrir con el regodeo crematístico y manifestaciones de protagonismo y rivalidades entre factores políticos que luchan por espacios de poder, bien sea por conservarlos de cara a posibles reajustes o por exhibir su área de influencia o alcance, connotados diputados se han exhibido por doquier con la magnanimidad que la diosa fortuna los ha tocado para resurgir como pobres diputados ricos.

Sólo que ahora se han procurado importantes esfuerzos para encubrir verdades de personajes de histórico pasado humilde, cuyas razones contrarias mancharía el prestigio del cual gozan.

La brecha en la visión política entre los actores principales del Estado viene profundizándose al evidenciar intereses diferenciados como si de una empresa de carácter patronal se tratara la tributación y recaudación de la hacienda pública del Estado.

Al margen de lo que representan los conciliábulos dominantes como factor político para ordenar las decisiones de las instituciones que afectan la vida socioeconómica de la comunidad, no van a dejar de existir problemas de naturaleza política electoral en el futuro.

Cuantitativamente algunos de estos diputados, ahora semidioses, han decidido descender del Olimpo para medirse con los simples mortales, entre ellos huelga citar al diputado del PAN, Eduardo Martínez Arcila, oneroso líder del Congreso local.
Al diputado perredista, Emiliano Ramos Hernández, polifacético legislador con varios cargos a la vez, ahora ex líder estatal del PRD, que en su caminar anda en una camioneta Durango de lujo consumiendo los vales de gasolina mensual que le otorgan con dinero del erario.

Como también el diputado ex de Morena, Juan Ortiz Vallejo, a juzgar por el alto costo que ello implicó poner del lado del contertulio opositor a PRI en la cámara local. El que él mismo dijo "gracias a Dios ahora soy rico", embolsándose según tres millones de pesos.

Al diputado y líder local del PRI, Raymundo King de la Rosa, se le apartó para desaparecer todo vestigio que dejó a su paso el grupo tricolor, a quienes antes detentaron el poder en el Parlamento local.

A juzgar por los bajos niveles de popularidad aun con lo que iniciaron el mandato de la alternancia. La otrora oposición, que sin cortapisas los diputados se conducen onerosamente porque se juntaron con el bueno. Y de ahí el epíteto de pobres diputados ricos. Son recursos del erario a su disposición.

Sin menoscabo de lucir las bondades del cargo popular con viajes semanales redondos en avión, camionetas de lujo para trasladarse vía terrestre, exorbitantes sueldos y demás prerrogativas y una fuerte dosis de gasolina en vales.
Algunos analistas anticipan que de seguir con el empecimiento de gozar onerosamente fe las arcas del erario como semidioses del Olimpo, pueden resultar terminando siendo una pésima figura para alguna postulación de elección en el proceso electoral 2018 que se avecina. Y se vaticina.

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