El despojo
El edil ha decidido dar la espalda al grueso de sus electores a fin de satisfacer la voracidad de un puñado de empresarios en el caso del Carnaval y Xmatkuil.
Renán Barrera ha decidido desoír una diversidad de voces que oportunamente se alzaron expresando las razones por las que cancelar el carnaval de Mérida, sustituyéndolo por la feria de Xmatkuil II, sería un acto lesivo para los más amplios sectores de la población, orientado a pronunciar la fractura entre las distintas clases sociales, atentatorio contra la matriz cultural emeritense, e injustificado desde la perspectiva técnica y de seguridad.
El edil ha decidido dar la espalda al grueso de sus electores a fin de satisfacer la voracidad de un puñado de empresarios que no ven en la celebración popular nada más que un evento de consumo que no lleva dinero suficiente a sus bolsillos y que por tanto debe ser confinado a un espacio bajo su control, en donde cada centavo trasquilado a las personas se dirija inequívocamente a sus cuentas bancarias.
Profesores, como el galardonado Jorge Álvarez Rendón, editorialistas, como mi vecina de columna Evelyn Mendoza, urbanistas, como Marco Tulio Peraza, actores populares, como Dzereco, especialistas en la cultura viva, como la antropóloga Ella Fanny Quintal, y hasta políticos de talla mayor, como la exalcaldesa Ana Rosa Payán, no sólo expusieron muy razonables objeciones al plan de expropiación de la mayor fiesta popular de Yucatán, sino que ofrecieron propuestas diversas para mejorar su carácter general y su calidad como espacio de convivencia plural.
Del otro lado, con argumentos escasos y malos, y con una exigencia impropia hasta para tratar a un sirviente en el siglo XXI, los proponentes de la extirpación -incluido algún extranjero enmascarado de nacional, abiertamente racista y que no quiere indios ni cerca de su negocio- emplazaron al edil a satisfacer sus apetitos.
En el proceso se les dio garantía expresa de que el número de expendios de cerveza no disminuirá -eso también deja ganancias- exhibiendo que el argumento de “la enorme cantina” no era sino un pretexto.
Circunstancialmente, los choques entre conductores ebrios a la salida de la Feria de Xmatkuil I demostraron además que la seguridad tampoco es preocupación ni de los mercaderes ni del alcalde.
Despojar a los pobres para dar a los ricos difícilmente es compatible con la exigencia doctrinal del PAN de buscar el bien común.
Dinero mata principios.