El dolor de los padres, de las familias de cada persona desaparecida conmueve, algunos casos, por la forma en que ocurrieron, resultan desgarradores.

Ya ha transcurrido más de un mes del asesinato y la desaparición de estudiantes normalistas, duele ver sus historias, duelen sus sueños interrumpidos, duele no saber qué es de ellos.

México está hoy en el ojo del huracán, diferentes países se han pronunciado para que las autoridades pongan alto a la impunidad, que aparezcan estos jóvenes y se frenen los problemas de inseguridad.

En las redes sociales es cada vez más común ver videos de agentes de la policía municipal o estatal en diferentes entidades agrediendo a los ciudadanos que se atreven a grabar situaciones que consideran son injustas; es obvio también que no todos los policías son malos, que sí existen quienes tienen sentido y honor para cumplir su deber y portar con orgullo el uniforme, por eso es que algunas situaciones se han logrado frenar.

Se necesitan más de ellos, más denuncias ciudadanas, más señalamientos de acciones incorrectas; las familias se necesitan, hijos, padres, hermanos, amigos. Más esfuerzos por hacer mejor las cosas, por enseñar a las nuevas generaciones la importancia de los valores.