Él es José…

Internet hace a todos famosos. Sea por un instante o lo que dure una tendencia en Twitter...

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Internet hace a todos famosos. Sea por un instante o lo que dure una tendencia en Twitter, el “usuario cero” se transforma en una celebridad de redes sociales con poder para mover a las intangibles masas, hasta que otro lo tumba del puesto y sólo queda de aquél el recuerdo de la gloria pasajera... y lo que pudo sacar de ella. 

Con el inicio formal del año, la vuelta al trabajo y a clases, comenzó también esa extraña y etérea etapa previa al arranque de las campañas electorales, en la que todos, dentro y fuera de línea, pareciera que no se mueven, pero están a la caza de algo o alguien que los ponga en boca de todos. 

Comentado se ha desde hace tiempo sobre el oportunismo de las instituciones, organizaciones y partidos políticos en las redes sociales, sus trampas y argucias para hacerse pasar por famosos cuando no pasan de los tres mil “bots” que les compraron a cualquier experto en “social media” sin escrúpulos, sin embargo, existe otro nicho de mercado para la política sucia, a quienes llamaremos “José”. 

Estos curiosos personajes, como diría su tocayo cubano de apellido Martí, de todas partes vienen, y a todas partes van. Salen de la nada, amparados en la sencillez de un ciudadano regular que utiliza las redes sociales para denunciar un atropello o señalar las necesidades de la sociedad, sin importar a qué autoridad incomode o acuse de inacción. 

Amparado no tanto en el anonimato, sino en la popularidad que alcanza en internet, este singular usuario trasciende el mundo digital, toma cuerpo y rompe la cadena de los 140 caracteres para comenzar su proselitismo –que nunca “campaña”, porque no recibe recursos-, buscando primero diferenciarse de los tradicionales políticos al poner su vida y obra en manos de las redes sociales, contestando a todos, siendo afable, víctima o luchador en sus publicaciones. 

Hasta ahora, todo parece un encanto. En la web y fuera de ella, nuestro querido José convence a las masas, vende su imagen y logra, por el poder de sus seguidores, que un instituto político lo ampare. Cambia su máscara de ciudadano independiente y comprometido, por su rostro en una pancarta colgando de un poste, o su nombre en una pared. 

Así, casi de la nada para el ciudadano común, pero con un libreto bien establecido para el seguidor informado, ese José se convierte en un alfil más del sistema que dijo combatir, o en el salvavidas que un instituto político moribundo necesita para seguir en el juego de las partidas del presupuesto. 

Éste es José y buscará su aprobación. José hará lo que sea para que ante sus ojos, sea un ejemplo de equidad y ciudadanía política. José no descansará hasta lograrlo, publicará “tweets”, memes de gatos, hará denuncias y comprará su agrado inmiscuyéndose en los temas del momento en las redes sociales, y en el momento menos pensado, se dejará arrastrar por las mismas cosas que dijo que nunca haría.  José es un oportunista. Aprendamos a reconocer a gente como él. No votemos por José.  

El camino es la respuesta

Tal vez una de las más grandes aportaciones de la red para la sociedad, ha sido la posibilidad de encontrar la respuesta a las cosas más inimaginables. Internet, pletórico en medio y formas de expresiones, parece tener la puerta para resolver todas las dudas que nos podamos plantear, sin embargo, tal como en la vida real, “la verdad está ahí afuera”, siempre y cuando sepamos cómo encontrarla. 

Lo cierto es que las verdades del mundo no están en un estante sencillo. La red de redes, dentro de su simpleza, ofrecen una oportunidad sin igual para demostrarnos que somos capaces de ser inteligente sin necesidad de la auto respuesta del teléfono o las sugerencias de Google. No olvidemos que para encontrar, siempre debemos conocer la preguntar adecuada, y sólo así, clarificaremos nuestras dudas, y nos libraremos de caer en la información falsa o poco precisa que pulula por las redes sociales. 

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