El gran Séneca…

Sus máximas hasta el día de hoy cobran vigencia. Se adelantó doce siglos a su tiempo. Tuvo una vida...

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Sus máximas hasta el día de hoy cobran vigencia. Se adelantó doce siglos a su tiempo. Tuvo una vida fructífera, tanto en la cultura griega, como en la romana.

“Condúcete de este modo, rescátate para ti mismo, y el tiempo que hasta ahora o se te quitaba o se te escapaba o lo dejabas pasar, recógelo y consérvalo”. “No aprovecha ni se une al cuerpo la comida, que, tan pronto como se toma, se devuelve”. “Hecha la amistad, hay que confiar en ella; antes de hacerla, hay que examinarla”. “Ningún mal es grande, si es el último”. “No te confíes a la tranquilidad presente; en un momento se altera el mar. En un mismo día, donde jugaron los navíos, naufragan”. “Hazte, pues, agradable la vida dejando en absoluto de preocuparte por ella”. “Ningún bien sirve al que lo posee, si no tiene el ánimo preparado para perderlo; y ninguna pérdida se soporta tan fácilmente como la de aquello que una vez perdido, no puede desearse”. “Necesita menos el mortal que desea menos”. “Tiene lo que quiere quien puede querer lo que le basta”.

Lucio Anneo Séneca, filósofo hispano romano, nació en Córdoba y murió en Roma. Su padre, Séneca el retórico, provino de España donde perteneció a la clase de caballeros y terratenientes provinciales. Su madre fue Helvia, también española, y a cuya familia pertenecía la madre de Cicerón. Segundo hijo de tres hermanos que junto con sus padres llegaron a Roma para educarlos en la política. Así desde niño se vio rodeado del culto a Roma y a la elocuencia imaginaria del saber. Pero conforme los años lo encaminaron a la vejez, volvió a brotar esta disciplina.

Cuando escribió del veloz transcurso de la vida, dijo: “Pecan por vicio los maestros que nos enseñen a disputar, no a vivir; los discípulos que se acerquen a sus preceptores proponiéndose no cultivar el alma si no el ingenio… Aprendamos así: que como fueren las palabras sean las obras”. “Malo es vivir en la necesidad, pero no hay necesidad de vivir en la necesidad. ¿Por qué había de haberla? Por todas partes son accesibles los caminos a la libertad, muchos, breves y fáciles”. “Ajeno es todo lo que nos viene de acuerdo con nuestros deseos”. Al referirse a los clásicos griegos añadió: “Dice Platón que ningún rey deja de ser oriundo de esclavos, y ningún esclavo de reyes. Todo lo mezcló una larga variedad, y la fortuna revolvió lo de arriba con lo de abajo”. 

Lucio Anneo Séneca, en el año 37 a.C. contrajo un matrimonio que duró muy corto plazo. En ese mismo tiempo, Séneca se ve envuelto en las intrigas palaciegas de Mesalina y es acusado de adulterio con una de las hijas de germánico, Julia Luvina, hermana de Agripina (madre de Nerón). El proceso dura tres días y el senado condena a Julia a la muerte y por benevolencia de Claudio, Séneca es condenado al destierro a la isla de Córcega y a la confiscación de la mitad de sus bienes. Dura ocho años el destierro donde produce la mayoría de sus obras y retorna a Roma hacia el año 40 d.C. cuando Agripina era la nueva emperatriz. 

La vida a Séneca le ofrece una nueva fase de triunfo y riquezas. Seneca se enamora fervorosamente de Paulina, originaria de Pompeya, y contrae matrimonio en segundas nupcias donde este amor lo acompañara hasta su muerte.

En el año 65 se descubre una conjura contra la vida de Pisón, contra el emperador Nerón. En los interrogatorios, un conjurado mencionó un saludo de Séneca lo cual fue tomado como antecedente de un complot imperial. Después de algunas palabras dichas a sus amigos y tribunos, abrazó a su esposa, tratando de consolarla. Paulina insistió en morir con él; Séneca, que la amaba, accedió. Se cortaron ambos las venas de los brazos. Así dejó de existir un hombre que en una ocasión señaló: “Conocemos lo frío y lo caliente; entre lo uno y lo otro está lo tibio; así, el uno es feliz, el otro desgraciado, el otro ni feliz ni desgraciado”.

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