El Guía como promotor de la conservación del patrimonio

Mis mejores (y peores) experiencias de viaje siempre han ido de la mano de un guía local...

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Mis mejores (y peores) experiencias de viaje siempre han ido de la mano de un guía local; a pesar de que trato en lo posible de viajar de forma independiente, siempre es bueno contratar los servicios de un guía local, o de buscar recorridos guiados en los lugares que se visita, en especial cuando el acceso es difícil, hay poco tiempo u se quiere conocer más a detalle de las características del sitio visitado.

En materia de turismo relacionado con el patrimonio (ya sea natural o cultural, o la mezcla de ambos), el guía juega un papel fundamental en explicar las características del sitio que se visita, pero también en promover la conservación del mismo, por lo que debemos procurar siempre tener guías que cumplan con características básicas como empatía, manejo del lenguaje, capacidad de generar expectativa, control de grupo, sociabilidad, pero también que conozcan a detalle las características naturales, históricas, culturales y sociales del lugar que se visita.

Y este es un punto muy importante a tomar en cuenta al momento de elegir servicios de guía en lo individual, o al momento de que un operador decide contratar un guía para su oferta de actividades. Y aquí la pregunta: ¿el turista nace o se hace?

Y desde mi experiencia, y escuchando a guías y promotores de turismo y patrimonio, es una combinación de ambos, pero va más centrado a que un buen guía se va haciendo en el camino. Por supuesto que las características de la personalidad son sumamente importantes al momento de elegir un guía, pero el estudio, la lectura, el interés genuino por el sitio al que está guiando y la capacidad de interpretar adecuadamente el patrimonio, no son características innatas de una persona.

En especial, cuando coordinamos grupos de personas especializadas e interesadas en los aspectos naturales y culturales de los destinos, el guía debe convertirse en parte importante del grupo que guía, pero también parte importante del ambiente natural y por supuesto, del entorno cultural que se visita.

No se podría concebir, por ejemplo, un guía que hace recorrido a un área natural protegida y que tire basura en el sitio, o un guía que visita un cenote y usa bloqueador no biodegradable, o un guía que está especializado en visitar comunidades mayas y que no hable un poco de la lengua, o peor aún, que no conozca a detalle la características de las comunidades que visita.

Por eso la preparación del guía es fundamental en el proceso de desarrollo de productos turísticos. Y aunque es muy cierto que la Secretaría de Turismo Federal tiene procesos de certificación de guías federales y de guías especializados, no debemos quedarnos solamente en cumplir con estos requisitos para nuestros guías. Porque las certificaciones, si bien dan un marco histórico, de naturaleza y de aspectos de manejo de grupo y seguridad, tienen poco desarrollado el componente local.

Y cómo ya se ha mencionado, en recorridos durante los cuáles la visita se hace a sitios de interés local (por ejemplo, cenotes, zonas arqueológicas poco exploradas, selva, entre otros), o se visitan pequeñas poblaciones donde aún se mantiene la cultura viva, el proceso de inmersión del guía debe ser mucho más largo y en campo, para que se familiarice con estos aspectos de forma adecuada.

De lo contrario, podemos tener un guía simpático, que haga buen manejo de grupo, que conozca de seguridad, pero que al momento de hacer una interpretación del lugar que visitamos deje mucho que desear, y eso, al final, representa puntos menos para nuestra experiencia turística, y por supuesto, para el negocio.

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