Sin lugar a dudas el Instituto Electoral de Quintana Roo (Ieqroo) es un fuerte candidato a la extinción, no sólo porque este tipo de organismos están en la mira a nivel federal, sino porque no se justifica a nivel local su permanencia una vez efectuadas las contiendas electorales, sobre todo en estos tiempos de cinturones muy apretados y vacas flacas.

Una vez que los procesos electorales llegan a su fin, ¿cuál puede ser la función de un Instituto que cómodamente se instala en las aguas de la ociosidad, encabezado por su Consejero Presidente Jorge Manríquez Centeno? Una afrenta para gran parte de la burocracia que suda y mucho la gota gorda.

Porque Jorge Manríquez no encabeza a un Instituto con funciones imprescindibles para la sociedad. De hecho, ha estado en una etapa de letargo de muchos años, mientras el resto de la burocracia enfrenta una contingencia de largo alcance, con trabajadores con sueldos recortados e incluso puestos de patitas en la calle, como ha ocurrido en ayuntamientos como Othón P. Blanco, Tulum y Cozumel.

Por ello se debe desechar lo que es un estorbo por tener tareas ocasionales y básicas, ya que no desarrollan otro tipo de actividades para fomentar la participación de miles en los comicios. Basta ver los elevados niveles de abstencionismo, pese a todas las facilidades que el Ieqroo ha tenido para el desarrollo de sus actividades.

La sentencia está cantada a nivel nacional, pero al margen de ella se debe reaccionar para descartar lo que es un estorbo, por ser sus tareas ocasionales y sin que reciban mención honorífica por ello, descartando obviamente al PRI que puede ser capaz de defenderlos.

Pero ante todo Jorge Manríquez con su acentuada novatez comprometió la marcha del proceso electoral, generando tensiones que pudieron fácilmente evitarse. Recordemos la filtración de una encuesta que puso en jaque al Instituto, ya que sus miembros soltaron la información sin medir las consecuencias.

Por lo pronto, el Ieqroo debe olvidarse en definitiva de su oficio de hibernar, participando activamente en una reforma electoral muy necesaria, y que ha sido postergada año tras año. 

Al menos ese legado deben dejarle a Quintana Roo. Por todo ello, Jorge Manríquez tiene su candidatura ganada a pulso, incluso como candidato independiente ajeno al PRI, a menos que sea postulado por este partido.

¿Dónde quedó la placa en honor a Manuel Buendía?

Esta es una pregunta que se hacen decenas de periodistas, y que debe responder un hermano de Javier Díaz Carvajal, encargado de remodelar la zona frontal de Palacio de Gobierno.

Las remodelaciones no deben hacerse nunca más en lo oscurito, como se acostumbra ocasionalmente ¿Falta de sensibilidad? Sin duda.