El Jefe

En el mundo político del PRI, en el el Peña Nieto, el imperativo es demostrar que hay un solo liderazgo, un jefe.

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El presidente Peña Nieto no quiere perder fuerza ni tiempo en fastidiosos entuertos y entarimados que solo complican la toma de decisiones, producen malos entendidos y suelen ocasionar ofensas innecesarias. Basta de eso.

Si en el mundo político del expresidente Zedillo (hace casi 20 años) la lógica indicaba guardar una “sana distancia” con el partido, en el de Peña Nieto, el mundo del regreso, el imperativo es demostrar que hay un solo liderazgo, un jefe. El Jefe, por lo demás, que tanto parecían añorar los priistas.

Para qué seguir jugando con ritos del siglo pasado, si el presente es de masivas acciones vertiginosas y quirúrgicas, encuestas y 140 caracteres. El Presidente asumió formalmente ayer como CEO del PRI. Los nuevos estatutos aprobados por aclamación lo convierten en la cabeza de la Comisión Política del tricolor. Lo era: ahora lo es de manera oficial.

Y para quien todavía lo dudara, un solo PRI, el de Peña Nieto, marcará el ritmo y la profundidad de las reformas al IVA, la inversión privada en Pemex, las telecomunicaciones.
El PRI de un Presidente que, tras la detención de Elba Esther Gordillo, y como escribió ayer aquí Jorge Medina Viedas, es capaz de hacer pensar a los adversarios en la navaja del barbero. Pero también de ilusionar en casa y afuera.

Pocas cosas gustaban y, por lo visto, gustan más a los priistas que escuchar en voz de El Jefe el “síganme, mis valientes”.

Suena a viejo, pero es presente puro. Pluscuamperfecto.

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