El legado de Andrés (3)

El tabasqueño no ha dejado espacio a duda ninguna sobre su candidatura en 2018.

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La ruptura de Andrés López con el PRD no lo es con las prácticas que él contribuyó protagónicamente a establecer y que llevaron a este partido al estado de descomposición en que se encuentra. Por el contrario, en Morena se reproducen en su generalidad, bien que con variantes muy significativas, consistentes con la concepción que este dirigente tiene de la política, del país y de su propio papel en ellos.

Desde su nacimiento, y como se hizo evidente durante la campaña electoral de 2015, el principal objetivo concreto del nuevo partido es llevar a López Obrador a la Presidencia de la República. No se trata de ganar este espacio para una organización y un programa políticos, sino de que sea específicamente su fundador quien acceda al cargo. 

Para entender el peso de este factor, es de notarse una diferencia nodal entre el fundador de Morena y Cuauhtémoc Cárdenas: si el michoacano en algún momento pensó que su destino era ser presidente de la República, el tabasqueño está plena y permanentemente convencido de que el destino de México es que él sea su presidente.

Andrés no ha dejado espacio a duda ninguna sobre su candidatura en 2018. No pretende ni por estética que la decisión esté por tomarse, o que corresponda democráticamente a un cuerpo partidista, mucho menos que para ella pudieran ser considerados otros aspirantes. Lo más grave es la unanimidad con que en Morena se acepta la prematura auto-postulación. No genera preocupación el que ésta exhiba la inexistencia de cualquier proceso colectivo de debate y resolución al respecto. 

Tampoco molesta el que se proclame abiertamente la docilidad de la organización a las decisiones de su dirigente único de facto. Nadie llama a respetar tiempos y formas democráticas, ni se opone al ilegal uso de la campaña de diputados de este año como una anticipada y personal promoción del futuro candidato presidencial. 

Por el contrario, la subordinación general a la voluntad del ex priista se magnifica en la dinámica interna de este partido. Para López Obrador, la legitimidad política no se produce en los consensos expresados en preferencias electorales, sino en el mérito personal de los contrincantes, siendo el suyo el mayor, en su propia valoración.

De ahí la necesidad de suprimir cualquier asomo de crítica a sus actos políticos.

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