En la zona noroeste del estado de Oaxaca, en algunas regiones de Puebla e incluso en Veracruz, hay comunidades donde se puede oír el relato sobre la existencia de una bestia horrible a la cual se le conoce como El Mechudo. Dado que generalmente vive en el bosque también se le llama “El hombre salvaje”.

Los que han tenido la desgracia de verlo aseguran que es espantoso. Su estatura es como la de un gigante terrorífico. Es tal la impresión que una persona tiene al verlo que se le va el aliento. Su torso es similar al de los humanos y posee sólo una pierna. En cuanto a la descripción de esta extremidad, existen marcadas discrepancias. Algunos aseguran que es semejante a la pata de un mono. Otros, por el contrario, afirman que posee una pezuña semejante a la de una cabra.

Se cuenta que la cabeza de este ser y parte de su espalda están cubiertas de abundante pelo ensortijado y de áspera textura. Por esta condición es que mucha gente se refiere a él como El Mechudo.

Además del temor que causa su aspecto entre los habitantes de las regiones mencionadas, se dice que practica un particular hábito alimentario: el hombre salvaje es antropófago, le gusta mucho el sabor de la carne humana. Por esto, trata de alimentarse de cualquiera que encuentre en su camino, ya sea hombres, mujeres o niños. Como bestia que es, se los come crudos.

Dicen que, a veces, se aproxima a las poblaciones en busca de alguna mujer solitaria. Cuando la encuentra, la lleva a un sitio apartado para tener relaciones sexuales con ella. No hay testimonios de que hayan nacido hijos de estas uniones, pero no se descarta, pues de este modo el mítico ser tendría garantizada su permanencia en el tiempo. 

Se cree que El Mechudo lleva a su hijo a su guarida para criarlo. En otras versiones, el salvaje mantiene prisionera a la mujer durante un largo tiempo y, cuando alguna logra escaparse, cuenta su terrible experiencia vivida con este espantoso ser. Este relato fue publicado por Marcia Trejo Silva.