El origen del mal
Ahora los niños escogen entre chicharrones, palomitas, caramelos, chamoy, frituras de marca y rara vez encuentran alguna fruta o verdura.
Mientras reviso la información que las autoridades y los nutriólogos manejan sobre el problema de la obesidad infantil, busco y rebusco en mis recuerdos y ese no era un problema en mi niñez. Y es que sí había “gorditos”, pero aun con el sobrepeso estaban mucho más sanos que las actuales generaciones.
Claro que había refrescos embotellados y frituras y como para todos los niños era genial beberlos y comerlas, incluso en algunos casos nuestros padres nos recompensaban con alguna comida rápida o chatarra cuando lo merecíamos, pero la verdad es que disfrutábamos más la llegada de las temporadas, ya que con cada una teníamos para engolosinarnos con una o varias frutas.
A la salida de la escuela no faltaba el clásico triciclo del marchante que nos vendía una botana para calmar el hambre mientras llegábamos a casa para comer, sólo que, a diferencia de ahora, el menú a elegir constaba de naranjas en gajos, mandarinas, jícamas, zanahoria rallada, pepino e incluso los viernes podíamos comprar hasta un rico elote salcochado.
Ahora los niños escogen entre chicharrones, palomitas, caramelos, chamoy, frituras de marca y rara vez encuentran alguna fruta o verdura.
Claro que con tanta variedad de comida chatarra y a precio accesible no es difícil darse cuenta dónde empieza el mal que cada día aqueja a más mexicanos.